viernes, 25 de marzo de 2022

EL DIARIO DE UNA GITANA EN SOLEDAD: HOY CAMINITOS DE AMOR, MADE IN "EL NONITO JOSE"

 

  Buenas y santas diría un paisano que hoy más que nunca tiene mucho que ver con la historia que me trae el duende andariego que me visita siempre trayéndome historias de cualquier lugar.

  Los protagonistas de hoy son dos personas que tienen una misma particularidad cada vez que se comunican conmigo: me acarician el alma  cuando me dicen “hola muñeca”, pues Yamil y el  nono José son la prueba viviente de que las buenas amistades traspasan el paso del tiempo , e incluso la vida misma.

  Conocí al nono José , en mis pagos, yo de piba inquieta y el de remisero piola, porteño, bonachon , y con la sonrisa fácil, pero que para quienes por ahí solemos mirar un poquito más allá ,dejaba ver esa tristeza en su mirada, cuando hacia esos silencios y suspiraba , mientras sacudía la cabeza como queriendo espantar fantasmas que quizás no lo dejaban descansar.

  La gente por lo general me suele caer bien o mal, no tengo término medio en cuanto a los amigos se refiere, por eso, que José se transforme en esos amigos que son familia , no fue de extrañar para los míos , porque inmediatamente paso a ser parte de ese mundo celoso que yo protejo tanto y que no suelo abrir así nomas. De pronto el nono José era el amigo de mis hermanos, el cómplice de los mates y piropos con doña Telma, o el compañero de mates de mi papi, con esos chamames de fondo que tanto amaba escuchar.

  Compañero de tantas noches de whisky , mientras intentaba en vano enseñarme a bailar americano, para después desistir porque yo era un caso perdido y no aprendía mas.

  El nono era pura alegría, era risa fácil, era charlas interminables, era genuina amistad. Si se nos ocurría ir a bailar de repente a chajari, el nono adema de ser nuestro remisero , era uno mas .La gente que lo conoció aquí por mis pagos, solía decirle con cariño “el nono del senda blanco”, pues eso era para todos acá.

 En una de esas interminables charlas que solíamos tener y en las que hablábamos de todo y de todos como si fuéramos a cambiar el mundo llegaba un momento en que el nono apretaba los puños, fijaba sus ojitos lejos, y se nos perdía nostálgico, recordando su vida de Buenos Aires. Era en ese momento que había que dejarlo en silencio, perdido entre sus recuerdos, mientras alguna que otra lágrima rebelde asomaba porque si nomas. Gaucho sabio, buena gente, solidario, como pocos conocí mi amigo, camisa a cuadros, jean canchero y alpargatas blancas , que cada vez que le decíamos que cambie porque en esos tiempos no había asfalto , entonces la tierra siempre te jugaba una mala pasada , nos miraba y nos decía “que van a saber ustedes de facha”, viejito fachero como yo no hay.

Cada vez que el nono te hacia una gauchada, cuando vos le querías pagar, él te miraba y te decía “no me pagues, no hace falta, un día si mi gauchito yamil necesita una mano, o un hombro amigo, acordate de este viejo nomas”.

Así conocí a Yamil, el gauchito de mi amigo José, la luz de sus ojos y la razón de esa mirada llenita de nostalgias que lo llevaba directo a Buenos Aires, cada vez que se ponía a recordar.

Si habremos escuchado andanzas de ese pibito, que ya casi conocíamos, de tanto que lo escuchábamos hablar al nono, mientras lo gastábamos siempre  diciéndole suegro, porque el nono además de piola era cuida de sus hijos, entonces era normal hacerlo enojar.

Tengo mil anécdotas para contar con mi amigo, tengo no se cuantas navidades juntos, incontables charlas horas enteras, noches de bailanta y tragos, o esas visitas inesperadas que me hacía a federación cuando me caía con alguno de mis hermanos , porque tenía ganas de verme nomas. Divorciado a muerte con la tecnología, vos le mandabas un mensaje de texto y al toque te llamaba , porque no tenía paciencia para esperar, y cuando vos le decías “Nono te necesito”, no dudaba nunca, vos mirabas al costado y siempre estaba incondicional.

Ya me olvide cuantas veces le decía de esa manía suya de hacer favores sin pedir nada a cambio, que a veces era demasiado bueno, que no todos eran de fiar, pero mi amigo me dejaba hablar sin parar, a lo loco, como era yo, y después me sonreía y me decía “son caminitos para mi gauchito yamil muñeca, no te preocupes, todo lo que uno da vuelve multiplicado mucho más.

Siempre que nos juntábamos a arreglar el mundo, porque eso dice que hacíamos mientras debatíamos sobre lo que se nos ocurría, inevitablemente la charla en algún momento giraba en torno a yamil, entonces  a él se le ponían los ojitos tristes, y yo lo abrazaba fuerte, le decía cuanto lo quería, le volvía a decir por milésima vez que para nosotros él era familia, que se deje de mariconear, que cuando menos lo espere su gauchito iba a llegar.

Es muy difícil lograr que en un texto entren tanta amistad vivida, tanta charla y tanta risa, tanta cosa compartida, pero siempre le hice caso, y fui haciendo como el con su hijo, caminito para mi niña al andar. Siempre que tocábamos el tema me hacía prometerle que si el , por capricho del destino no podía desandar el camino de regreso a sus pagos, yo debía contarle a yamil, cada charla, cada recuerdo, cuanto lo quería su papa y todo lo que anhelaba volverlo a ver, contarle ese caminito de amor que iba construyendo orgulloso , sabiendo que un día a su hijo le iba a llegar. Quizás como presintiendo que el tiempo no le iba a alcanzar, siempre me decía “dale muñeca , prométeme que le vas a contar”.

La vida mucha veces tiene esas cosas, que uno no sabe explicar, no trae un manual escrito, uno nunca sabe lo que puede pasar. El nono José me decía siempre , vos quédate tranquila que cuando yo doy mi amistad es pa siempre, y si algún día este destino “Añamemby”, no me deja llegar, yo voy a buscar la forma de mandarte una “batiseñal”.

La última vez que lo vi, se despidió apurado, yo había venido de paseo, el ya tenía que viajar, me miro , mateamos un rato, me abrazo fuerte y lo note contento, porque por fin había decidido volver sobre sus pasos, darle batalla a sus miedos, y darse una nueva oportunidad de reparar viejos errores que no lo dejaban descansar.

Antes de irse, me regalo un abrazo largo, apretado, de esos que yo tanto amo, que arman mis partecitas rotas, y por primera vez desde que lo conocí, no le vi ese dejo de nostalgia en la mirada, sino al contrario, se le notaba la alegría, es algo que no supe explicar. Me obligo a repetirle la promesa que le hicimos incontables veces, por si las dudas nomas, y me dijo te veo pronto muñeca, pórtate bien , no hagas macanas y por favor fíjate que gaucho enganchas , que después tenemos que andar con tus hermanos a los golpes porque le volviste a pifiar.

La distancia, la rutina inútil a la que nos sometemos y que nos hace correr como locos sin sentido, y no nos deja disfrutar de las cosas simples y reales, hizo que no sepa de mi amigo por mucho tiempo, hasta que un día esa ventana de Facebook de la que yo tanto reniego me mostro que mi amigo el nono José se me había adelantado un poco, mientras leía entre lágrimas como lo despedía su amado gauchito yamil.

Entonces recordé mi promesa, su ultimo abrazo, su mirada picara y tierna, y decidí cumplir con mi parte del trato. Me puse en contacto con yamil, le pregunte si lo podía llamar, que necesitaba contarle, llevarle el mensaje que le había dejado su papa. Lo que yo no me esperaba cuando hice aquel llamado, fue que me iba a encontrar con una voz idéntica a la que tantas veces renegaba conmigo, para después decirme “no te preocupes muñeca, que todo esto también va a pasar”.

Caprichoso y loco destino, ese día entendí esa frase que me decía siempre, cuando lo cargábamos por sus años, y me decía sonriente “yo voy a encontrar la forma de mandarte una batiseñal”.

Yamil se convirtió al igual que su papa en familia, casi sin pensarlo, y cada vez que me llama por teléfono, o que me envía un mensaje, repite risueño, porque sabe  lo que va a pasar “holaaa muñeca como andas”, mientras yo de este lado sonrío nostálgica, llorando sin poder evitarlo, mientras miro al cielo y le digo al nono “ahora entiendo viejito loco, cuando decías que ibas a encontrar la manera de llegar.

Con este gauchito porteño me debo un abrazo, que ya no tengo ganas de postergar, tenemos tantas cosas que contarnos, tengo un caminito hecho por un viejito porteño de cabeza blanca, bigotes, mirada traviesa y miles de anécdotas para contar, para cuando decida visitar mis pagos, y una charla mate o whisky de por medio, como hacía con su papa.

Mientras tanto la vida pasa, y la rueda sigue girando sin parar, yo a todos les deseo un amigo como el que yo tuve, de esos que es capaz de traspasar incluso la vida misma, porque cada vez que lo necesito, solo tengo que levantar el teléfono, y del otro lado una voz amiga, además de hacerme llorar, me va a escuchar atenta y servicial, como hacia su papa.

Brindo por aquellos amigos que son “pa siempre” como decía el nonito Jose, la historia con su gauchito aun no la puedo contar, pero algo me dice que en cualquier momento la vamos a desandar.

 Me despido con un nudo en la garganta, con la lágrima fácil, y los recuerdos que me inundan una vez más. Te extraño nonito amigo, si supieras cuanta falta me haces acá, pero sé que de algún lado, sentado, con un vasito de whisky, me miras, me guías y renegas conmigo, vos todavía estas acá.

 La musica que suena bajito casi siempre por azar, es el chamame la calandria, que suena en la radio de mi viejo, mientras un paisaje gris completa un cuadro de un dia cualquiera de otoño, de esos que invitan a recordar.

                                   hasta la proxima historia chamigo

                                                 Betty

miércoles, 26 de enero de 2022

CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA, ESTA VEZ EN MI LUGAR

 Lo hizo eco todo un pueblo, apedreando de impotencia la injusticia de otro entierro ,de la muerte ya anunciada por los aires de estos tiempos de la vida despreciada. Aunque se supo el motivo el pueblo que protestó se quedó sin compromiso. Y denuncio que no es justo tanta muerte que el silencio nos aleja que hay caminos diferentes. Y denuncio que son tiempos de otra gente que ya nos llegó la hora de entender la libertad. Responsable, yo me siento responsable, me hago cargo de mis miedos, mi egoísmo y mi ilusión. Me hago cargo y también sigo esperando que aparezca quien nos salve, olvidándome de Dios. Yo no sé qué habrá pasado en el pueblo de novela después del asesinato, Yo sé que pasó en el mío, donde el llanto sin sonido nos desvela el corazón…

Con el corazón en un puño escribo estas líneas mientras en mis oídos resuena una y otra vez el tema de mi Sole de Arequito que hoy festeja 26 años de aquel día que nos cambió la vida a todos cuando se subió por primera vez a la PROSPERO MOLINA y nos dio catedra de cómo ponerse los sueños al hombro, acompañada tan solo por dos guitarras, un bombo y un poncho.

Inevitablemente por estos días la vida de todos los que vivimos aquí nos dio un giro de 160º, porque de repente en un abrir y cerrar de ojos todo se volvió dolor, impotencia, muerte, miseria humana y una tristeza infinita de ambas partes.


Entonces intento ponerme en el corazón de esa madre que se quedó sin su hijo, en ese dolor que no se compara con nada en este mundo, en la impotencia de ver una vida joven arrebatada en un segundo, con un montón de sueños truncos que seguramente “Porfi” tendría por delante. Y se me desgarra el alma porque uno no sabría cómo seguir adelante, sin embargo ahí la ves, entera, con el alma hecha pedazos pidiendo justicia por su niño, en una sociedad donde muchas veces reina el egoísmo, la diferencia de clases sociales, como si tener unos pesos más nos hace mejores personas, cuando la realidad es que no.

Pienso y me duelen los sueños que ese pibe que recién empezaba a vivir ya no va a poder cumplir, esos abrazos con los suyos que ya nunca más van a volver, esas oportunidades que tampoco tuvo para salir adelante porque acá parece que tenes que ser de una clase social determinada para tener oportunidades o pertenecer al partido de turno que gobierna para que se te extienda una mano y esa mama que se quedó rota en mil pedazos porque con su niño se fue también su corazón.

Y también aparece en mi mente la imagen de A., mientras pienso una y mil veces en que momento vos y  J. dejaron de ser aquellos seres queridos de mi niña ,  pibes que vi crecer y que a pesar de que hace muchos años deje de ser parte de esa familia siempre tuvieron ese respeto hacia mi. No logro imaginarme en que momento dejaron de ser esos pibes para creerse con el derecho de arrebatar una vida, no lo entiendo por más que lo piense y piense una y otra vez, no logro entenderlo.

Así como intento ponerme por un segundo en el lugar de esa mama, también aparece ante mis ojos la tristeza y la desolación de un abuelo de 70 años que vio como en un segundo el fuego se llevó todos sus años de sacrificio, de lucha y de hacerse camino al andar. Pienso humildemente que cada uno de nosotros es dueño de sus actos, entonces tampoco entiendo porque tanta violencia, porque destruir un hogar que costo tanto, y como me hago cargo de lo que digo y lo que pienso a mí no me va el hecho de dejarse llevar por la impotencia, por las emociones y demás yerbas con las que intentan disfrazar la barbarie que hicieron. La justicia es lenta, lo sé, esto era una crónica anunciada, también lo sé. Que se pudo haber evitado, claro que sí, pero quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra .Entonces de pronto todos nos ponemos en jueces y verdugos, de protestar, acompañar a una mama por justicia, pasamos a ser justicieros. Y ahí es donde me vuelvo a preguntar ¿Qué tanta distancia hay de aquellos que le arrebataron la vida a un pibe con aquellos que incendiaron una vivienda de unos viejos cuyo único error en su vida fue ser padres, buenos o malos, eso ya es harina de otro costal, acá nadie nace con un librito de cómo hacerlo y los hijos una vez que crecemos tomamos nuestras propias decisiones de vida.

Después están los opinologos, aquellos dueños de la verdad que sentados detrás de un teclado de un celular, se sientan a opinar de quien es cómplice y culpable, sin pensar que detrás de ambas familias hay tíos, hermanos, sobrinos que sufren sin culpa las consecuencias, eso también duele, hiere y a mi humilde entender es innecesario, porque como le decía a alguien que no acepta una opinión diferente a la suya y se pone en juez como tantos otros, debemos ser responsables a la hora de hablar, porque uno nunca sabe cuando te va a tocar estar en la misma vereda.

O aquellos que usan un hecho así para sus intereses políticos cuando alguna vez tuvieron la oportunidad de cambiar esta historia hicieron oídos sordos pues eso les convenía. Acá no hay justos ni pecadores, acá hay dos familias destrozadas y un pueblo que ya no va a volver a ser el mismo, porque va a tener que correr mucha agua debajo del puente para que mi pequeño lugar en el mundo deje de tener esa tristeza que hoy inunda sus calles.

Hoy me dejo ganar por la tristeza, por esa impotencia y esa incertidumbre que nos rodea a todos los que vivimos acá, una parte de mi pide justicia, resignación y fuerzas para esa mama, mientras que otra parte de mi deja salir esa voz que grita dentro mío y que me hace decir lo que siento y pienso sin importarme el que dirán.

Yo no escribo para agradar a nadie, suelto lo que siento, a puro corazón nomas, tengo la suerte de que muchas veces mis palabras suelen ser eco de lo que piensan muchos, como también sé que hay quienes no coinciden con mi pensar. Estos días escuche la palabra grieta , y no sé qué otra cosa más, pero miro hacia adentro mío, y recuerdo lo que me inculcaron mis viejos, y añorando quizás miro hacia atrás, y elevo una plegaria al cielo, y le pido a mi Virgencita de Itatí, porque mi pueblo deje de tener miedo, porque se haga justicia y no quede como un caso más, por esa madre y por “porfi” para que puedan encontrar la paz, por ese viejito que se quedó sin su hogar,  y hoy con el alma rota y los años encima tiene que volver a empezar, pido y rezo con todas mis fuerzas por mi querido Mocoretá

Me despido mientras preparo mis amargos, y escucho de fondo bajito, una vez mas a Soledad, que me canta al azar “compadre que tiene el vino” quizás como un presagio de lo que se viene de ahora en mas, los veo en una próxima historia, espero que en un futuro el duende que me trae historias, me vuelva a sonreír bonito y me vuelva a endulzar, para que pueda transmitirles a ustedes un montón de cosas lindas, alegría, buena música, y una historia de esas que tanto nos gustan y que nos hacen suspirar.

 

                              HASTA LA PROXIMA CHAMIGO!

                            Betty