jueves, 13 de mayo de 2021

MADE IN MOCORETÁ: LA HISTORIA DE NESTOR "PAPACHO" DELL ORTO

 

“Para que el viento lo bese, la tierra se ha vuelto zamba, pollera de selva y fuego, y bata azul de montaña. La noche se hizo pañuelo, el aire se pobló de arpas. Cada flor es una copla, que va aromando la danza. Por sendas de soles muertos, van bajando las majadas. “Por cauces de piedra y sueño, el río es canto que pasa”. La noche se hace más honda, la estrella se hace más alta “Y allá se llevan los vientos, todo el paisaje hecho zamba

Con estos fragmentos de la zamba de don Atahualpa, que resuenan en mis oídos hace días como un presagio de lo que vendría me siento nuevamente a escribir estas líneas después de mucho tiempo, ya que el duende que me trae historias de pronto se había dormido. Pero por alguna razón que yo desconozco, siempre vuelve a mí, llenito de historias por contarme, y mientras yo me preparo mis amargos y dejo que la música suene al azar, me dispongo a contarles esta historia muy especial, que llego a mí de la mano de mi lugarcito en el mundo como siempre, y que surge a través de un nombre que tenemos en común mi protagonista y yo y que van a leer varias veces hoy: Ramón. El inicio de hoy es diferente pero no tanto pues cuando suena el chamamecito que me acompaña desde el patio de mi papa, yo les digo BUENAS Y SANTAS, como diría el gaucho que todas las mañanas pasa a tranquito manso con el mate rumbo al trabajo.

Escribir sobre gente que uno quiere y respeta a veces se hace más fácil, pues es cuestión de dejar que el corazón hable solito nomas, entonces hablar de él, y contar su historia es una de las tareas más lindas, porque nos conocemos hace más de 20 años, porque nuestras familias son muy cercanas, porque nuestros viejos han tenido historias juntos, y nosotros crecimos escuchando y viviendo esas historias. Así llega a este pequeño blog, la historia de Néstor Alejandro Dell Orto, o para nosotros “Chon”, “Papacho”, el hijo de doña Nélida y Ramón, el hermano de, o tantas otras formas en las cuales conocemos a un talento de nuestro pueblo que supo irse lejos detrás de sus sueños, pero que jamás olvida sus orígenes, y vuelve siempre sobre sus pasos al pueblo que le dio tanto.

Alguna vez escribí ya sobre su carrera, y chon me conto en esa época sobre todos los lugares que recorrió con el futbol, y armamos una linda historia que aún conserva, y que se dedicó a compartir por muchos lados, agradeciendo el gesto. Recuerdo que en esa época no existían muchos las redes sociales, y yo daba mis primeros pasos escribiendo, razón por la cual es doble mérito, pues mi amigo confió en mí y me dejo escribir su historia de puro gaucho que es nomas. En esa época recuerdo haber recibido comentarios muy lindos que me alentaron a seguir, pero hubo una charla que debo transmitirles antes de arrancar que me impulso a escribir esta segunda parte que les regalo hoy. Un día me lo cruzo a Ramón, el papa de mi amigo, en un local conocido de nuestra localidad, lo saludo como nos saludábamos siempre, mezcla de complicidad y ternura, pero casi sin palabras. Ramón era un hombre que no solía soltar así nomas sus sentimientos, pero ese día, cuando me di vuelta para despedirme, me puso una mano en el hombro, me miro, respiro bien hondo, y con la voz cortada y los ojitos llenos de agua me dijo “gracias mija, por hablar tan lindo de mi gurí, yo estoy muy orgulloso de mi hijo”. Pego media vuelta, y me dejo ahí, con un bonito nudo en la garganta, pues esas devoluciones son las que a una le llenan el alma, yo no escribo por dinero, yo escribo por puro gusto nomás, y cuando me encuentro con estas cosas, es que entiendo que voy medio bien encaminada. Por cuestiones de la vida misma jamás le conté a chon esto, y el tiempo fue pasando, hasta que en una de sus visitas, charlando de pronto recordé y le conté de esta anécdota, y sentí en la voz de mi amigo la misma emoción contenida de su papa años atrás. Por eso merecía esta segunda parte, por eso había que volver sobre mis líneas. La charla se dio en su última visita a Mocoretá, y el lugar elegido fue el camping de nuestro pueblo, lugar emblemático si los hay, donde todos tenemos una historia que contar vivida en ese paraíso que permanece intacto a pesar de los años.

Chon aparece como siempre, es el mismo pibe que conocí hace tantos años, se demora un montón en todos lados, pues saluda a uno, charla con otro, y así comienza esta charla que de formal no tiene nada pues simplemente empezamos a hablar, atropellados los dos como siempre, mientras el grabador hacia lo suyo, entonces el hijo de Ramón y Nélida se sienta y abre el baúl de los recuerdos y viaja a esas épocas en que todo comenzó, cuando empezaba a gestarse este sueño que hoy lo tiene con un presente maravilloso, viviendo de lo que le gusta hacer: jugar al futbol.

Todo arranco a los 8 años, en Chajari, donde vivía con su familia, en Vélez Sarsfield, para después seguir en el Club Atlético Mocoretá, adonde se mudaron y donde echaría raíces que aun hoy conserva orgulloso. Llegaría  Tiro Federal, por intermedio de Aldo Rojas, su entonces representante y de la mano de quien llegaría a Newells, con quien aún tiene un cariño y contacto, y se muestra por sobre todas las cosas: agradecido.

Su presente actual lo encuentra en Piamonte, Santa Fe, pero el camino hasta acá estuvo llenito de lugares, experiencias que van desde Mocoretá, hasta México, Haití, Rosario, Las Parejas, Venado Tuerto y tantos lugares más.

Allí es profe de futbol infantil, después de haber hecho el curso de Técnico y de especializarse en áreas afines a su profesión, y dirige los destinos de chicos de las categorías de chicos de 11 años a 17, y juega en primera división del Club.

Su día se divide a la mañana  cuidando a Ema, su hija más pequeña, además de Juli quien ya es una adolescente, y a la tarde a partir de las 16 a 21.30.de Lunes a Viernes. Los fines de semana se disputan los partidos de todas las categorías y allí se ven los resultados de lo que se hizo en la práctica. Mientras habla de su jornada, se le enciende la mirada y se nota que es feliz con ese presente que tiene, como cuando habla de Mocoretá, de su lugarcito en el mundo. Siempre que hablábamos, le decía yo que debíamos hacer una nota, contando quien es este entrerriano, con corazón mocoretaense que se fue tan lejos de sus sueños y que anduvo por tantos lados. Porque, el, como Silvia que anda por Alemania, por nombrar solo algunos, cargo su mochila de sueños y se largó a andar por el mundo, con la ilusión a cuestas, y el corazón hecho trizas por dejar su familia y su pueblo, pero con la certeza de quien sabe lo que quiere. Y estas historias hay que contarlas, siempre lo digo, porque son ejemplo de superación, de que se puede, de que todo es posible si lo intentas, aunque en el camino te caigas una y mil veces. Total sabes que aquí está el pueblo, que te cobija cuando vuelvas, aunque sea de visita y te cura el alma. Dicen que nadie es profeta en su tierra, y yo no coincido tanto con ese dicho, pues si bien los jóvenes no saben quién es Papacho, los que cargamos un par de añitos más, sabemos de sus logros, y estamos para contarlos. La charla déjenme decirles, es bien desordenada, pues pasamos de sus orígenes al principio y viceversa, como quien pasa de una hoja a la otra, mientras en el medio nos perdemos en anécdotas de nuestros viejos, pero la conclusión siempre es la misma: mi amigo tiene una cuenta pendiente con Mocoretá, y me cuenta mientras le vuelvo a preguntar, que le quedo en el tintero, jugar en primera en el CAM, por ejemplo, ya que se fue de pequeño a jugar afuera, pero que aquí descansan sus sueños de potrero, donde empezó a gestar la que hoy es su realidad actual. Mocoretá conserva intacto sus primeros pasos con el futbol, los partidos con los amigos de esa época, que aún están como si no hubiese pasado el tiempo. Entonces cuando le pregunto que le gustaría hacer acá me habla de poder colaborar con el futbol local, formar chicos para que puedan tener la posibilidad de probarse en clubes grandes, poder volcar todo lo que aprendió a través de estos años. Apostar al deporte, darle a nuestros gurises la posibilidad de aprender, de soñar, y todo eso que el futbol le dio. No sirve de nada lo vivido si no lo transmitís dice chon, mientras me habla de sus sueños de armar un semillero de pibes que puedan jugar al futbol, acá, o en cualquier parte del mundo. Chon se  fue a los 15 años, de acá, y cuenta que en esa época no había celulares, todo se reducía a cartas, a llamadas por teléfono una vez cada tanto. Entonces surge el nombre de Luis Pedro Mujica, Rubén Agolti, Julio Farinon, Elsa Báez, quienes hacían las veces de intermediario para que mi amigo, cuando jugaba en Haiti, pueda  comunicarse con su familia. Los recuerdos vuelven una y otra vez a las épocas de carrozas, de colegio y las alegrías con los amigos. Si le pregunto sobre un maestro o profe que lo haya marcado, me cuenta que es injusto nombrar a uno solo, pero surge el nombre de Eve Poletto, como su maestra de primaria entre tantos otros, o el Profe Bayón en el colegio. Cocholo Aguirre, un pibe de acá, que se nos fue antes de tiempo, calo hondo en mi amigo, pues fue con él con quien dio sus primeros pasos en Newells y aparece en la charla a modo de homenaje sentido pues guarda con él y su mamá Celina momentos imborrables vividos juntos.

De repente aparece de nuevo Ramón en este relato, y lo veo respirar profundo como en esa época, y mientras las palabras cuestan salir, pues la emoción le gana la partida, lo veo sonreír nostálgico, mientras le pregunto si le quedo algo por decirle y que es lo que le dejo su papa como legado. Entonces me mira, y me dice, papa me decía siempre “sean buenas personas gurises, no se olviden de eso”, y eso resumía lo que era para mi amigo ese hombrecito de bigotes pícaro que donde te encontraba te saludaba a los gritos como quien saluda a un conocido más. Así era Ramón, y así es mi amigo, honesto, buena gente, laburador, siempre colaborando con todo el mundo sin cobrar un peso, por el solo hecho de ser gaucho nomas. Que bonita emoción sentida es la que me deja ver Papacho, y que lindo es poder ver en esos ojitos las lágrimas que se asoman rebeldes y que no se molesta en ocultar, porque le sale desde lo más profundo del alma y es tan bonito soltar. Por eso su despedida lo encontró con esa paz, rodeado de sus seres queridos, juntos, en familia numerosa, como en la época de sus abuelos, que eran gente de mesas siempre grandes, y donde siempre había lugar para uno más.Cuando le pregunto si alguna vez pensó en pegar la vuelta, abandonar todo de joven y volver al pueblo, me mira y para mi sorpresa me cuenta que sí, y sale una anécdota que me sorprende: cada vez que se iba de viaje luego de venir de visita, después de despedirse de sus papas, de sus amigos que lo iban a saludar cada vez que viajaba, se iba llorando hasta Concordia, donde hacia trasbordo hasta Rosario, con el corazón hecho un trapito, pero con la convicción intacta de luchar por lo que él creía.

Papacho anduvo  por Chajari,Mocoreta,Ñewells, Central Córdoba, Haití, Rosario,  Cañada de Gómez, Concepción Chile, Uruguay, México, Venado Tuerto, Deportivo las Parejas, Las Rosas, Piamonte de la mano del futbol, hoy su vida esta miles de Km del pueblo, pero siempre vuelve donde sus orígenes, jamás dejo de ser ese pibe de pueblo que yo tanto quiero y admiro. Sueña con que acá los más chicos conozcan su historia para que esto sea un empujón para ir detrás de sus sueños. Que después del sacrificio, de las lágrimas por estar lejos de la familia, el desarraigo, viene la parte más linda, la de ver los resultados. Yo me despido de el con la promesa de matear en cualquier momento, cuando la pandemia nos deje, pero con la sensación bonita del deber cumplido. Mientras el vuelve a Piamonte a ser el Profe Néstor, acá lo va a esperar siempre su lugar, sus recuerdos, su familia y todo va a volver a ser como cuando éramos chicos y soñábamos con conquistar el mundo.

Hasta la próxima historia chamigos, me despido feliz de volver a encontrarnos de nuevo, siempre fui una convencida de que tenemos talentos del pueblo, con historias que merecen ser compartidas, a quien quiera y tenga ganas de escucharlas o leerlas, tengo pendientes un puñado de historias nuevas que les prometo valen la pena, y de a poco vamos a ir soltando, pero por hoy me dejo llevar por un chamamecito que suena de fondo, de la mano de Soledad, que canta “Nunca me fui” como invitándome a salir al sol, aquí nomas en mi lugar en el mundo, mi Mocoretá.

                          HASTA LA PRÓXIMA HISTORIA CHAMIGOS

                                BETTY DE MOCORETÁ

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