“Es oro la amistad que no se compra ni vende, solo se da
cuando en el pecho se siente, no es algo que se ha de usar cuando te sirva y
nada más”… canta la piba de Arequito a quien la quiera oír; y tomo esta frase
en un día más que particular para muchos, aunque personalmente soy de las que
piensan que a los amigos hay que homenajearlos cada día y no en una fecha
significativa, pero por estas cuestiones del marketing vio , es que nos
encontramos inmersos en una vorágine de celebraciones que tienen como eje principal
el 20 de Julio.
Entonces es cuando
yo me permito mirar hacia atrás y
disfrutar de los amigos que he cosechado a lo largo de los años, porque si
chamigo, a mí me gusta andar y andar, y en ese trajinar fui encontrando gente
maravillosa que hoy forma parte de esa fortaleza inmensa de la que yo hablo
siempre y que cuido celosamente. Entonces tengo amigos de todas las edades,
clases y colores como diría alguien que yo quiero mucho.
Algunos forman parte de mi vida en otros lugares, a los que
no quiero volver pero que trascienden el mal trago y me dan las fuerzas
necesarias para pegar la vuelta si es que hace falta, como mi amiga Daniela, la
pocahontas como le digo yo, el gran Guti Fraga o las chicas de la barra loca
que me reciben con los brazos abiertos si un día voy aunque sea de pasada y es
como si las hubiera dejado de ver ayer.
Otros forman parte
de ese mundo tan lindo y mío que me renueva el alma cada vez que arrimo km
detrás de SOLEDAD. Para mí son las luces como yo, esos compañeros de aventuras con los que solemos
renovar un pacto de amor y magia cada
vez que coincidimos en un un destino y con los cuales no hacen falta las
palabras sino ese abrazo sentido que me regalan cada vez que los veo y que
arman todas mis partecitas rotas de un solo tirón, y aquí nombrarlas sería
injusto porque cada uno sabe qué lugar ocupa en mi corazón. Solo sé que cada
vez que me sale un destino junto a ellos me invade esa alegría que no sé muy
bien cómo explicar , porque se que los voy a ver y que al verme llegar me
reciben con esa sonrisa franca y ese abrazo sentido que yo disfruto tanto. O
esas miradas cómplices en medio del show, que dicen tanto y son invisibles al
resto de los mortales, ajenos a esa magia que sobrevuela cada vez que
escuchamos cantar a una muchacha santafesina que viene desde Arequito, llamada
simplemente Soledad. Quizás sea la forma más fácil de responderles a aquellos
que me preguntan porque me gusta tanto arrimar kilómetros detrás de mi Sole sin
parar.
Despues están esos
amigos que de tantos años compartidos ya ni recuerdo mas la antigüedad, solo se
que resisten el paso del tiempo sin ningún pesar, y con los que hemos
compartido millones de momentos que guardo como un tesoro intacto en algún
lugar de mi corazón y que a veces me gusta desenterrar cuando la nostalgia me
invade.
Esos son los amigos
de mi pueblo, los de mi lugar en el mundo , los de mi Mocoretá, niños que ayer
jugaban conmigo a las escondidas en el campo,y soñábamos con ser los
superhéroes de esa época disfrazados con
los retazos de mi vieja que guardaba en el galpón ese que investigábamos a la
siesta, escondidos de nuestros mayores.
Mis primeros amigos sin duda alguna de aquella época fueron mis adorados
primos, esos con los que jugaba a policías y ladrones, o a la guerra, a armar
esa casita en el árbol que armamos y por la que nos agarrábamos a sopapo limpio
con quien la quisiera invadir (y es porque la nuestra estaba ubicada en medio del
campo, en lo alto y era la envidia del barrio vecino así que teníamos sesiones
de guardia y todo que tanto). En fin, los recuerdos de mi niñez son un capitulo
que voy a desandar otro día porque tampoco tienen desperdicio, solo lo traje
porque de pronto recordé ese olor a mandarinas con el que llegábamos después de
andar de invasores de las quintas de mi pueblo , e hizo que volvieran a mi
tantas aventuras con mis primeros amigos de esa época, mis primos.
Hoy hablaba con mis
amigos de la escuela y sacábamos la cuenta de cuánto tiempo hace ya que paso
nuestra época de aventuras de niños y adolescentes, y pensaba yo en un tango
que suele decir “20 años no es nada”. Porque para mí me parece que fue ayer que
viví esa época, en la que fui niña traviesa e hiperactiva o adolescente rebelde
y andariega que se la pasaba en cuanto baile hubiera en esa época, como si
fuese obligación hacer acto de presencia.
Los amigos de mi
pueblo aún permanecen en mi vida y cada vez que
me los cruzo es como si no hubiesen pasado los años, porque no cambian a pesar de que somos todos adultos
. Entonces suele ser normal cruzarme al ferretero del pueblo que para los demás
es señor y para mi en cambio sigue siendo “lorito”, o al profe Palauro para los
demás y que para mi es el eterno Carlitos o Guaco, ese amigo que junto a Ale o
el gordo Dolhartz teníamos más andanzas juntos que el correcaminos y que hacían
que doña Isabel, Telma y don Coco tuvieran más que un dolor de cabeza cada vez
que salíamos de gira juntos. Nancy, Araceli, Lili y Tona me traen los recuerdos
de la adolescencia, esa en que soñábamos con el príncipe azul que nos
rescatara, pero mientras llegara hacia que
nos recorriéramos cuanta bailanta hubiera de paso, porque vaya uno a
saber dónde estaría la ubicación exacta de nuestro amor no? Es por eso que con
ellas no faltábamos a ningún baile de la zona, todo iniciaba en la casa de la
estación de mi pueblito, que es donde vivía Nancy y que era la sede pre salida
de cuanta locura se nos ocurriera, cuantas noches en vela mirando ese cielo
estrellado nos veía soñar. Puedo mencionar a Fabi, el Colo, Keko,Cuchi , los
locos ricoteros de mi época y que me tenían vestida cual hippie rebelde de
remera negra y escuchando los
redondos a toda hora.
Mi extraño favorito
de Azul , Daniel de Buenos Aires, el
gran Pepe y mi Natalia Ayelen también forman parte de mi fortaleza, esos son amigos
de ley como les llamo yo. Un par de
angelitos que me guían sin dudar, el
nono José y Gustavo que en alguna estrella los dos andarán y que aun sigo
extrañando y me cuesta aceptar que ya no están mas.
Carina, Valeria y China son esas amigas que ya son familia,y con las que rei, llore, me emocione, creci y que cada vez que me visitan es como si fueran alguien mas de los mios.
Carina, Valeria y China son esas amigas que ya son familia,y con las que rei, llore, me emocione, creci y que cada vez que me visitan es como si fueran alguien mas de los mios.
No los podría
mencionar a todos, gracias a Dios son muchos y aun los conservo,
incondicionales, leales a mi como yo a ellos, me basta salir a las callecitas
de mi pueblo y cruzármelos, y los recuerdos me llegan solos, intactos, lindos,
como una caricia al alma que es tan necesaria a veces, me siento afortunada
amigos, porque algo bueno habré hecho para ganármelos y valen oro para mí.
Cada uno sabe qué
lugar ocupa en mi vida y no necesito un día para expresarles lo importante que
son en mi vida, como yapita nomas me reservo las últimas líneas para mi vieja,
mis hermanos y mi maca, que también hacen las veces de amigos en mi vida porque
son incondicionales y están, no importa que tan dura sea la batalla, ellos
están, y si voy de su mano se que todo va a pasar.
Gracias a todos, por
tanto y perdón por tan poco, los llevo conmigo por donde quiera que voy
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