sábado, 30 de mayo de 2020

EL DIARIO DE UNA GITANA EN SOLEDAD: HOY LAS LÁGRIMAS DE MI LUGAR


Pueblito de mi alma, que me cobijas tan lindo, que abrazas mi alma y sabes curar cualquier mal. Lugar que supe extrañar tanto andando lejos, y que cuando me peso el corazón de tanto añorarte, simplemente volví sobre mis pasos y regrese al único pedazo de tierra en que todo para mi tiene sentido: mi lugar en el mundo, mi Mocoretá.

Tengo grabadas tantas charlas con amigos y con gente de afuera que no entendía por qué yo cada vez que podía, cada vez que me daban un día libre, preparaba mi guainita y recorría con gusto los km que me separaban de mi pueblo. Solían decirme tantas veces, como es posible que viviendo en un lugar de tanto turismo, progreso, crecimiento, playas y demás, vos elijas volver cada vez que podes a un pueblito pequeño, de apenas 7000 habitantes en esos años, y con apenas 3 cuadras de asfalto; si teníamos solo 3 de guapos nomas que somos.
 Por aquellos tiempos yo solía decirles a quien quiera escucharme, que mi pueblo era mágico, porque como dice mi sole de Arequito en ese tema que le dedica a su tierra, cada vez que yo cruzaba el puente que une Entre Ríos y Corrientes, todo aquello que dolía, y que venía a curar, simplemente desaparecía.
Explicarles lo que siento al vivir en mi lugar en el mundo simplemente no me sale, pues por más que lo intente no me salen las palabras; se me forma un nudo en el pecho y me brotan un montón de lágrimas, porque lo feliz que yo soy acá, no se compara con nada.
  Aquí duermen intactos los recuerdos de mi niñez, jugando con esa inocencia sana, las aventuras de mi adolescencia que me hacían soñar tan bonito, aquí me convertí en mamá de una morenita de cuento de hadas, y hoy estreno orgullosa el mejor título que me pudo haber dado mi guainita y que me hace tan afortunada: ser abuela de un gauchito llamado Nicolas, que vino a mi vida a enseñarme que aún me queda una vuetita más a esta vida para rumbearla. Yo soy feliz con las cosas simples, con la alegría cotidiana, entonces me da alegría cruzarme a mi amigo Carlos, cenar con él, fernet de por medio y recordar casi sin necesidad de emitir palabras miles de anécdotas del pasado, porque así nos entendemos con Carlos, con tan solo mirarnos. O cruzarme a la carnicería de mi amigo Ale, que me reciba con esa alegría que solo él tiene al verme y charlar de pasada, o perderme en los abrazos interminables que suele darme mi amigo Damian, que arman cada partecita rota que yo pueda tener, mientras me reta por alguna macana que seguramente me mande y que me asegura un sermón de esos que suele darme sin filtro para que yo la entienda con ganas.
Podría contar mil cosas que me hacen feliz, pero no hace falta mencionarlas. Hoy la razón que me mueve a escribir estas líneas es algo que me nace del alma, estuve todo el día intentando no soltar mis palabras pero ya no pude frenarlas. Anoche nos fuimos a dormir todos con el alma hecha un trapito, nos pasó por arriba un huracán de malas noticias, nos golpeó feo esta realidad tirana.
En medio del caos de las últimas noticias, nos ganó la tristeza, la incertidumbre de no saber que pasara, el no tener la certeza de la magnitud del daño causado.
Y es que esta enfermedad maldita no sabe de clases sociales, de credos ni de códigos, solo arrasa todo a su paso, rápida, certera y sin importarle nada.
 De repente todo fue locura, ira, nos convertimos en jueces y verdugos, aun sin conocer la versión oficial que mas tarde nos confirmaría lo que sospechábamos: en Mocoreta, se confirmaban dos casos positivos de COVID 19, y el alcance del daño ocasionado se conocería recién dentro de una semana. Hoy tuve que salir, como cada vez que me toca abastecernos con mi familia, con miles de cuidados, como vengo haciendo hace mas de 50 dias, con el corazón en un puño por miedo a traer algo malo al regresar a casa y que afecte a los mios, y recordé una vez mas a aquellos héroes sin capa de los cuales les estuve hablando este tiempo, que tienen que salir a hacer patria, sin opción, solo para ayudar a los demás, y por tener la vocación intacta.
 Déjenme decirles chamigo, que lo que vi hoy me desgarro el alma, porque mientras recorría las calles de mi pueblo, me encontré con una tristeza infinita, con una sensación rara, mezcla de impotencia y miedo, porque lo que pensábamos lejano, hoy convive con nosotros y nos acecha mas cerca que nunca.
Hoy las miradas ocultas detrás de los barbijos, solo me mostraron miedo, dudas, tristeza, rabia, sentimientos desencontrados porque no sabemos lo que pasa.
Yo no soy quien para juzgar a nadie, siempre supimos que no estamos exentos de nada, que un día simplemente esto iba a pisar suelo correntino, y se iba a instalar como si nada. Hoy por primera vez en muchos años, sentí a mi pueblo triste, herido, golpeado y desconcertado.
 Yo siempre disfruto de recorrer sus calles, pero hoy de repente sentí la necesidad de volver rápido a casa, y perderme en la seguridad de mi familia, de los míos, los que me esperan preocupados. Deseo con todas mis fuerzas, que esto no sea lo que nos dicen, que lo que nos han ocultado sea por una buena causa, que se tomen las medidas correspondientes, que podamos dar batalla. Sé que se vienen días difíciles, y que vamos a toparnos con la difícil tarea de ver a nuestros seres queridos expuestos a esta locura del Covid 19, se que muchos de nosotros vamos a estar contagiados, y que vamos a salir adelante, como también tengo la certeza de que quizás algunos no puedan lograrlo y se nos va a ir el alma en esos que ojala no sean tantos.
Me duele el alma de solo pensarlo, prefiero ser positiva y apoyarme en lo que me mantuvo a salvo todos estos años: sé que en mi lugar en el mundo, en mi pueblito añorado, todo lo malo por alguna razón pasa, y superamos cualquier obstáculo. Hoy más que nunca sostengo que mi pueblo es mágico, y que de esta también vamos a salir intactos. Rezo y pido a Dios y a mi Virgencita de Itati que nos cuide, nos de la fortaleza para salir adelante, que lo que se escucha allá afuera, solo sea una amenaza, y que dentro de dos semanas, recordemos estos momentos, con un dejo de tristeza, pero con la calma de la situación controlada.
  La yapita de estas líneas, se la dedico a los que una vez más nos cuidan, que no pueden quedarse en casa, abrazo fuerte a los médicos, enfermeros, paramédicos, a nuestras autoridades, bomberos y a todo aquel que desempeña una tarea fundamental para que nuestra ciudad siga funcionando. Gracias Yoha, por ese gesto gigante de dejar por un instante todo lo que tenes que hacer, que se es mucho, y atender mis inquietudes, vos sabes. A vos Pato, por no dudar cuando te pedí un favor y te pusiste a disposición sin dudarlo, y a todos aquellos que que hoy salen a poner el pecho por nuestra localidad para que nosotros nos podamos quedar en casa.
  Podría decir mil cosas, tengo un par atragantadas, mezcla de impotencia y rabia, pero que no conducen a nada, cada uno con su conciencia se arreglara y dará largas charlas. Ojala y mi próxima historia sea para contarles que salí a comprar, y las calles de mi pueblo me vuelvan a regalar esa alegría contagiosa, que me hace demorarme más de lo previsto, y que provoca el enojo de mama porque me quedo a charlar con todos. No se cuánto ira a durar esto, solo se y tengo la certeza, de que esta historia la vamos a contar a nuestros nietos; el día que mi lugar en el mundo le supo dar batalla a un enemigo invisible que nos quiso doblegar.
  Hoy las palabras de Julieta, la enfermera de mi pueblo, vuelven a mi mente y me hace pensar que es cierto, que nosotros somos elegidos, para librar esta batalla, porque somos capaces de vencerla y salir adelante. FUERZA PUEBLITO QUERIDO, QUE DE ESTA TAMBIÉN SALIMOS TODOS JUNTOS, COMO AYER, COMO SIEMPRE, COMO SUPIMOS HACERLO TANTAS VECES.

                                               HASTA LA PRÓXIMA HISTORIA

                                                     BETTY DE MOCORETA CORRIENTES

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