Acá ando otra vez con las ideas toditas
alborotadas esperando salir libres cual si fueran pájaros y como les dije no
me pidan cronología exacta , ni fechas ordenadas, todo me sale así nomás, libre, voy a volver sin duda alguna una y otra vez sobre alguna fecha, pues
me lo va a recordar algún compañero de andanzas que me vaya cruzando por ahí y
se anime a refrescarme la memoria diciéndome por ejemplo: ¿Te acordás bety de
tal o cuál cosa? Yo creo que eso va a hacer de esto algo lindo que todos vamos a recordar,
repito se aceptan anécdotas, todo
aquello que nos traiga lo que vivimos y es tan lindo compartir con
los demás, sino nos ponemos egoístas ¿vio?.
Esto viene a colación y en respuesta a muchas
personas que me preguntan como es el mundo ese raro que me gusta tanto y que me
hace armar mi mochila viajera una y otra vez cada vez que puedo.
Así empezamos a soñar Cosquín, una de esas
tantas noches en la galería de casa con Jorge, bajo un lema especial, había que
estar en esa noche de los 20 años, donde todo comenzó allá por el 96, tengo que
decirles estaba un poco harta de ver el festival por la tele, yo también quería
saber que se sentía pisar la famosa Plaza Próspero Molina, así que aún sabiendo
que el amigo me volvería loca con los preparativos decidí sumarme a esta
odisea. Y bien dicha esta la palabra: que
despiole chamigo resulto armar aquel viaje, desde juntar la cantidad necesaria,
entradas, forma de pago, uno que llegaba , otro que no se decidía y nosotros ahí firmes sabiendo adonde queríamos llegar y cuando te toca armar este tipo de eventos es cuando uno empieza a
cosechar lo que siembra.
Ustedes dirán porque les digo esto, pues bien
simple es la respuesta; el mundo Sole es uno de esos universos mágicos que
cuando se trata de unirse para llegar hasta ella y hacerla sentir que esta
acompañada se vuelve uno solo y echa a andar sin prisa pero sin calma. Entre luces nos ayudamos chamigo, por eso cuando
levante el teléfono y le dije a un
cordobés simpático y de ojos transparentes como Leo, necesito que me saques un
número de entradas que ahora de solo recordar me da impresión por la cantidad,
sin ningún tipo de dramas me dijo: Quedate tranquila bety, conta con eso.
Así es el cordobés, gaucho de ley como hay
tantos por acá, a cambio me pidió un abrazo de esos que yo regalo cuando no me
salen las palabras para agradecer un buen gesto (me olvide de contarles,
mientras les relato me acompaña una
dulce voz desde tocando al frente esta vez).
Entonces fueron llegando personas maravillosas
el día del viaje; la mayoría desconocidas para mi, pero cercanas a Jorge; fue
así que conocí a Gisell y a su mamá Norma; una gringa bonita de sonrisa franca
que llego a casa con una de las personas mas copadas que conocí a través de mis
viajes detrás de la Sole, la mamá de
Gisell es una de esas minas con la que te podés reír hasta que te duela la
panza sin ningún cargo de conciencia, o a Taty que llego viajando desde su
Formosa natal sin conocernos y con la misma locura que teníamos todos acá; toda
timidez al principio se apareció la piba; estos días me la crucé en la fiesta
del chamamé y mientras yo me venía despistada ella me grita:¿wep usted no se
piensa despedir de mi?, al volverme sorprendida y regalarle uno de esos abrazos
que son tan míos me encontré preguntándome donde quedo esa adolescente tímida
que llego a casa y que apenas emitió palabra durante el viaje de ida.
Sin duda alguna quedo grabado a fuego ese viaje para todos, como nota
especial y ante mi abandono de hermana
que aún hoy me reclaman, Taty se encontró sentada junto a Ale, uno de mis
hermanos que por primera vez en años me acompañaba a una gira y eso hizo que
nadie pudiera pintarla, despertarla o cualquiera de esas maldades que se nos
ocurrió viajando.
En el camino de paso esperaban ansiosas
Andrea y Steffy, dos minas macanudas si las hay, que hicieron malabares para
poder llegar a Cosquín pero que no detuvo ese impulso loco de andar y que ahí estaban, en medio de la noche con su mochila y su ilusión a cuestas, aguardando
el minibús. El final de trayecto de ambas chicas me lo guardo para cuando
comparta su historia pero no tiene desperdicio puedo adelantarles.
Yo sigo contando y le doy la bienvenida a
Maria que fue una de las primeras en confirmar viaje y que cargo con la tarea
de ser quien cierre la puerta definitiva del minibús, con ella hacíamos equipo
completo y solo nos restaba seguir. Lo
que vino después es algo difícil de explicar aún a pesar de que ya paso un año,
yo para no ser menos aporte mi cuota de color olvidándome los cañitos que servían para armar la carpa, lo que hizo
que quieran lincharme de todas las maneras posibles pues los deje sin lugar de
descanso esa noche.
La noche de ese Cosquín 2016 fue mágica, se
mezclaron sin pena ni gloria los esfuerzos por llegar, los sinsabores y las
alegrías, la emoción de encontrarnos con
tantos amigos de todos lados que llegaron para decirle presente a la cantora,
como quien llega a reafirmar un romance que aún perdura a través de tantos años y que, al igual que el camino de Sole, aun no escribe su final.
No podría elegir un momento de esa noche
pues sería injusto, todo fue sublime, reímos, lloramos y saltamos con la misma
intensidad, si tengo que agradecer por la buena predisposición es a Antonio,
quien nos aguanto y bastante, nos trajo sanos y salvos a nuestros
hogares.
Cosquín fue soñado, planeado y
armado con mucho esfuerzo y dedicación, pero llegamos y aprendimos que si queremos
podemos organizar los viajes que se nos ocurran , si trabajamos en equipo. De ese momento especial me queda “brindis”
entonado como himno de todos los que estábamos ahí, enlazados en un abrazo
gigante a nuestra cantora y sellando un amor que sin duda alguna nos tiene más
de un destino preparado por delante, porque ese equipo que se formó se prometió
repetir hazaña.
¡Los abrazo hasta la próxima chamigos!
Bety
Mocoretá Corrientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario