jueves, 2 de febrero de 2017

Diario de una Gitana en Soledad: Hoy Cosquín 20 años, un tiempo después.

  Hola amigos siempre con las ideas desordenadas y saliendome a borbotones, pero sin duda alguna cien por ciento yo, no tengo idea de cuando vera la luz toda esta cantidad de recuerdos hecha blog o lo que sea pero aquí me tiene entretenida una vez mas volviendo a pasar por el corazón; esta vez me volvió a tocar de cerca aquel Cosquín de los 20 años en donde fuimos tan felices  y donde vivimos una noche que difícilmente volvamos a repetir y no por ser negativa sino porque una jornada de esas pasa una sola vez en la vida por una razón puntual; no me pregunten cual es porque tampoco la se pues.
  Entonces cobran vida los recuerdos una vez más y mientras tomos los amargos mas ricos del mundo, bien correntinos como yo, acompañada de fondo por un chamamé que escucha el vecino muro de por medio (la calandria para quien conozca un poquito de este género y con la característica de que el vecino en cuestión es nada más y nada menos que un señor de cabeza blanca dueño total y absoluto de mi corazón: mi papá o el tordillo para muchos) empiezo a volcar vivencias.
  La primer sonrisa de aquel día se la lleva sin duda alguna una formoseña de la que ya hablé anteriormente y que ese día caluroso apareció en casa con una mochilita a cuestas que era del tamaño de esas que lleva mi  Maca y que calculo yo entra una muda de ropa, una cámara de fotos y no pidas más, pibita loca le digo yo venirse asi sin conocernos y por el solo hecho de confiar nomás, eso que reafirma una vez más ese lazo que yo intento contarles cuando les hablo del mundo luces y que esta resumido tan sabiamente en el tema que la chica de Arequito compuso para nosotros y que en un fragmento dice “rara amistad es este un amor extraño”.
  Así conocí a Taty, la niña de sonrisa inmensa de esas que te compran al instante y que supo ensamblar tan bien con mi hermano Alexis que ese día quiso viajar conmigo por pura curiosidad de saber que era eso que me llevaba una y otra vez a agarrar mi mochila y andar  siguiendo a la Sole por todos lados, y que se divirtió tanto que hoy cada vez que puede se suma y ya es uno más de esos locos que nos siguen andando, a pesar de ser dos personalidades totalmente diferentes; hoy cuando Ale no viaja y suelo encontrar a Taty la charla recurrente es ¿y chiquito? O mandale saludos a la formoseña loca esa que anda por la vida con una muda de ropa y un montón de kilómetros encima.
  Los chicos de Mocoretá que viajaron ese día también vienen a mi mente, pibes de mundos diferentes al nuestro, de otro palo pa´ser mas claros y que sin embargo encajaron cuál pieza de un rompecabezas y se divirtieron como uno más de nosotros.
  Yanina parando el tránsito con su silbato que nos acompaño antes, durante y después del viaje merecen su minuto de gloria chamigo, claro que si, porque de repente la gente se encontró camino al camping donde acampamos (ahí donde fuimos a guardar las cosas y donde descanso extendida mi carpa porque yo me olvide los cañitos vió) con una piba que gorrita para atrás parada en el medio de la calle hacia las veces de inspector de tránsito  mientras nos habilitaba el paso a quienes íbamos rumbo al Río Cosquín.
   O el abrazo sentido del cordobés cuando lo vi llegar por primera vez, vuelvo a detenerme en Leito como le digo yo, un gaucho simple y  buena gente, con toda la predisposición del mundo y que cuando me vió no me dijo nada, yo salí a esperarlo al puente que une el camping con la ciudad ;sino que se limitó a abrazarme tan fuerte que me llenó el alma, fué como si nos conociéramos de otra vida, fue cariño instantáneo y la seguridad plena de que me gane un amigo de esos que a mi me gustan, pa´ toda la vida; ayer hablando con mi hermano caí en la cuenta que él, que lo vió desde el lado de espectador supo poner en palabras exactas lo que sentí en ese momento.
  Menudo susto se llevo mi amigo al llegar, por que yo le había dicho que lo esperaba con mi hermano "Chiquito", al encontrarnos vio que mi hermanito media ni mas ni menos que casi dos metros. Es lo que me paso siempre, cada vez que hablo de mi hermano "Chiquito" y es por que me gusta ver la expresión de las personas al verlo, esperando ver un niño y se encuentran con un gigante que me dobla en altura, que hago ese chiste de "te espero con mi hermanito".
  Pia  vuelve a mi relato una y otra vez, mi sensata voz de la conciencia y con quien rara vez hablo pero cada vez que se me ocurre una idea como la que me tiene sentada hace días en mi computadora, cual genia loca, es ella en quien me suelo apoyar para que lea mis bosquejos. Zualet tiene la palabra justa para los fantasmas que me asaltan a la hora de compartir con el resto del mundo lo que me nace directamente desde el alma misma.
  Y la traigo a este segmento porque mientras escribo lo que recuerdo de aquella noche mágica necesité de la complicidad de Pia, por si las dudas nomás y  como me tiene acostumbrada, cuando le mostré lo que me traía en mente, tuve una pequeña  visión del alcance de mis recuerdos, porque la respuesta de una emocionada Pia al encontrarse entre mis relatos fue una hermosa caricia al alma y lo que me dio la convicción de que estaba haciendo lo correcto con este loco proyecto, porque en mi amiga curuzucuateña pude percibir que el mensaje llegó justo donde yo quería; directo al corazón, allí donde todo tiene sentido y vale la pena, porque después de todo, lo que yo me animo a contar es lo que nos pasa a la mayoría de los que transitamos destinos siguiendo a Soledad. La idea es eso, reencontrarnos a través de los recuerdos de cada uno.
  Ale me trae otra anécdota que se había escapado a mi retina ese día y fue antes de que empiece el recital, mientras veíamos a un Mario Bofill que entonaba un ratito antes La Pepa ante la mirada atenta de todos los que estábamos allí , con la emoción a flor de piel, percibiendo quizás lo que vendría a continuación.  En ese contexto uno de los pibes de Mocoreta comienza a filmar a Mario y cuando Ale le pregunta para que, él muy tranquilo dice: para mi mamá, vaya uno a saber que pasaba por la mente de ese niño pícaro que se divirtió toda la gira y vivió todo como un fans mas; pero en ese preciso instante y mirándolo a la distancia ahora sé,  que ese momento fue cuando sintió a su manera, lo que los demás no podíamos expresar con palabras pero se nos notaba a leguas de distancia.
  Me piden que agregue en mi relato la queja generalizada de los varones durante el viaje hacia el coordinador cuando realizó una especie de juegos en los que respondíamos sobre Sole y que nos permitiria  ganarnos un regalo que iba desde una remera, gorro o alguna de las creaciones de la artesana del grupo,  Zualet otra vez.   Las preguntas eran una mera excusa, todos ganamos, hasta que al final del juego de atrás se escucha un piquete armado por los varones del viaje y que coincidía con que eran los que nada tenían que ver con Soledad quienes nos hicieron saber que era una injusticia y una discriminación de género, que todos los regalos eran para las chicas( todo esto traducido en palabras suaves y no en el idioma original déjenme decirles).
  Miles de anécdotas tengo, desde Andrea y su botiquin a prueba de balas, o Steffy que nos miraba como si pensara “ estos están todos chapitas” y que al final resultó ser hoy una de las mas copadas, o Maria y su ternura, Norma y el momento imperdible en que nos mostró que nada tenía que envidiarnos a todos los que viajábamos ahí pues fue sin duda alguna la atracción del viaje, ella y ese humor que nos hizo reír a todos, una genia que en medio del Rio Cosquín y delante de todos los que estábamos ahí se despacho con una pregunta que nos hizo reír sin parar un buen rato. O Herminia con su habitual calma pero que en el momento  en que recibimos a la cantora fue una sola como todos los que estábamos ahí, o Debby y su poncho que la acompaña adonde quiera que vaya y que hace de esa pibita extrovertida y espontánea un ser querible al instante y que supo andar por las callecitas de mi pueblo de chofer improvisado de un Jorge que la llevó por todos los galpones de empaques buscando naranjas de la zona para llevar de regalo  y que fueron la delicia de todos allá por Córdoba.
  Lo que me queda clarísimo de este grupo de amigos también es que ser guías de turismo definitivamente no es lo nuestro, y hablo de todos, porque Yamila y Jorge guiando a un Antonio despistado por las calles de Carlos Paz fue una aventura al mejor estilo de los locos Adams , ya que tardamos una hora en encontrar un recorrido que nos llevaba quince minutos , o cuando nos encontramos rumbeando para Villa Maria, destino justamente opuesto al que debíamos seguir y que nada tenia que ver con nuestro camino; se imaginan ustedes cuando al parar el minibús y al bajar para decir el tradicional “Hola Carlos Paz”; hubiésemos estado en cualquier otro lado , habría sido genial también amigos míos sin dudar.
  La nota emotiva la divido en dos partes esta vez, la primera me permito ser un poquito egoísta y traigo aquí  mi reencuentro con Romina, después de mucho tiempo y que me regalo una de esas charlas que hoy grabo palabra por palabra porque fue mágica, como si no hubiera pasado tanto tiempo de la última vez que nos vimos.  En ese viaje también recupere a mi amiga y me di cuenta cuanto la extrañe.
  La otra parte es al final del recital cuando mientras entonaba brindis,  siento un abrazo por detrás y cuando giro a mirar me encuentro con un Jorge tan emocionado como yo que me mira y me dice: misión cumplida Bety, valió la pena todo. Esa imagen de mi amigo es uno de los recuerdos mas lindos que tengo .
  Lloramos, reímos, pasamos por todos los estados aquella noche mítica que hoy recorre el país en forma de un disco mas dvd que capto cada momento y que tiene la característica de llevarnos  una y otra vez  a esa noche cada vez que escuchamos o vemos aquel material.
  La vuelta nos encontró cansados, pero inmensamente felices, con la sensación de la meta cumplida y es que de eso se trata la vida chamigo, de ir por ahí conquistando sueños e ir haciéndolos realidad (“vuelan por el aire mis sueños, de algunos me río de otros me adueño dice esa voz que nos tiene a todos hipnotizados”), y al llegar a casa mientras compartíamos una cena, haciendo la típica guardia de la espera del destino final de cada uno de los que vinieron de otros lugares, nos quedo la promesa en el aire flotando, la de volver a repetir equipo, en cualquier destino, con algunos me voy reencontrando en un lado, con otros en otro, pero cada vez que nos vemos vuelve a nosotros el recuerdo de ese sueño compartido y otra vez la emoción que parece no saber de tiempo, pero la promesa esta intacta, la ilusión también, por estos días andamos dibujando un bosquejo de lo que va a ser el “equipo completo otra vez”, porque lo merecemos, lo soñamos y lo vamos a hacer realidad seguramente. 
  Hoy por lo pronto las estrellas de este pueblo mío que tanto amo me trajeron como un susurro muchos momentos de aquel 26 de Enero en que volvimos a reafirmar un romance entre una cantora de voz suave y melodiosa pero que tiene la fuerza de un mismísimo huracán de a ratos y un grupo de locos viajeros enamorados de su voz.        Dicen por  ahí que de solo escucharla, la sangre nos cosquillea, dicen también que nosotros  somos luces que iluminamos su andar, dicen muchas cosas y seguramente serán ciertas, yo esta vez me quedo con una frase que resume un poquito como me siento cada vez que me junto con alguno de esos locos lindos que sienten lo mismo que yo: Solo quien comparte nuestra locura entiende nuestro fanatismo.
  Ah , mientras voy cerrando este capítulo aparece en mi mente un cantito que en ese recital fue himno, algo así como “Cosquin decime que se siente, tener en casa al huracán" que sonó fuerte en el banderazo previo al show entre los fans allí presentes.
  Para el próximo encuentro ya me empujan los recuerdos y van a conocer la historia de mas luces de la Sole, que llegan a mi de la manera mas linda, a través de una charla amenizada con mi infaltable compañero de viajes: mi mate amargo.
                                                   
                                                                    Los abrazo hasta la próxima chamigos!
                                                                                                   Bety.

                                                                                     Mocoretá Corrientes.

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