lunes, 23 de marzo de 2020

EL DIARIO DE UNA GITANA EN SOLEDAD: HOY BAJO EL INFINITO CIELO DE MANTILLA



Buenas y santas saluda un paisano por acá, que esta vez hace un alto en su tranquila caminata frente a casa y me saluda inclinando el sombrero en clara señal de que me ha visto . Por estas épocas a la distancia un gesto es mas que suficiente para saber que el otro esta ahí, como siempre.
Me quede con ganas de escribirles en mi historia anterior, e hice lo mismo que suele hacer Soledad cada vez que menciona al pasar algun personaje en sus canciones como por ejemplo cuando nombra a Doña Dominga en el tema “Del norte Cordobes”. Le dedique unas pequeñas líneas a un viejo sueño que pude cumplir antes que surja esta locura que nos tiene a todos en nuestras casas sin poder salir : pude conocer y disfrutar del cielo y la magia de Mantilla.
Entonces el tema que suena de fondo y musicaliza mis líneas, comienza como ya sabrán con una gringa que empieza recitando muy sentida y dice: “Se bajo en la estación de aquel pueblito…”mientras yo recuerdo la primera vez que la oí cantar ese tema en la Fiesta Nacional del chamame a la que fui tantas veces, porque disfruto como dice ella de rezar un chamame.

   Desde ese momento y cada vez que la escuchaba cantar decía para mis adentros, ¿sera verdad lo que me cuenta la gringa cada vez que me habla de Mantilla?,entonces gitana inquieta como soy decidí que lo averiguaría por mi misma, algun dia, mientras anotaba en mi agenda de sueños por cumplir un viaje a aquel pueblito, sin saber que me llegaría de la mano del hombre que hoy acompaña mis días y que se gano un lugar en mi corazón; para los que me conocen y quieren saben que Ruben , o el chino ocupa un lugar importante en mi vida y mi mundo, tan especial como lo es nuestra historia de amor.
   Recuerdo haberle contado al pasar la historia del chamame cuando en casa sonaba Soledad y el, al escucharlo, me contaba que tenia amigos allí que un día quería volver a visitar. Entonces le dije mitad en serio mitad en broma que yo lo iba a llevar, y le hable de ese sueño que yo tenia en el tintero y que un día haría realidad, entonces decidimos que juntos haríamos el recorrido que rezaba Teresa en sus versos .
  Así surgió el viaje a Pedro R. Fernandez, que no me figuraba en ninguno de los gps posibles pues yo lo buscaba por el nombre erróneo, pero aventura a la que tuve el impulso de hacer realidad igual, porque lo sentí así nomas.
  Con mi compañero de andanzas que ya arrastre a Cosquin ,intentando mostrarle que era, esa locura que me llevaba a ver a Soledad una y mil veces , empezamos a planear el viaje a ese pueblito que yo soñaba con pisar. Así empezaba una aventura linda con Ale, mi hermano que me dijo si al instante ,cuando le conté que había que viajar a llevar a Ruben a Mantilla a laburar.
  Mate en mano, con la voz de Soledad que viajaría conmigo una vez mas, a traves de su música, y después de cientos de consejos y guías de amigos , arrancamos viaje, medio aturdidos de tanta información, pero con la ilusión a cuestas de que íbamos a llegar.
 Las rutas correntinas, tienen ese no se que, que cuando las recorres, vas inflando el pecho mientras suena un chamame, y te vas llenando de orgullo de pertenecer a aquel lugar; tampoco eso se explicarlo chamigo, solo lo intento expresar.
 Quien viaja para aquellos lados sabe que la parada obligada es  en los pagos de mi amiga Romy, que también colaboro como guía, en su Mercedes natal, a saludar al gaucho, para que nos bendiga y nos cubra con su bondad, así que luego de rezar y prender una vela por los nuestros, seguimos camino, ya sin conocer el lugar.
  Pacho, un ángel de la guarda, que me llego de la mano de Romy, me repitió tantas veces, pasas el Rio Corrientes chamiga, después el batel y mas adelante te vas a encontrar con una “T” y vas a tener que girar, eso, mas las 1000 y una consultas que hice, sumados  al recuerdo de Chino que se sabia el camino por partes, nos llevo a un Arco de entrada con un cartel enorme que decia bienvenidos a “Pedro R. Fernandez”. Por fin habíamos llegado a nuestro destino, y al ingresar a la ultima ruta que nos llevaría al pueblo, sentí un cosquilleo en el pecho , que mas tarde sabría a través de la mano de Ivan, un gauchito de la zona, que significaba aquel sentimiento que no sabia identificar.
  Mantilla tiene un camping de ensueño que vale la pena visitar, y que me mostró uno de los atardeceres mas lindos que pocas veces he visto y que me recuerdan a los que me regala el paisaje de mi lugar en el mundo: Mi Mocoreta. Pero no era eso lo que me llamaba la atención de aquel lugar, sino aquello detrás de lo que yo había ido a buscar: la esencia del chamame que le oí cantar a Soledad tantas veces y que me hacia emocionar todas las veces que lo escuchaba.
  Dejenme decirles chamigo, que es bien cierta la historia de aquel lugar, que es un pueblito en el que las casitas, estan en hilera debajo de los arboles, que atardecen grisaseas y cansinas, y que son todas parecidas, tal cual contara Teresa en sus versos.
  Su gente, es sin lugar a dudas, digna de su terruño,personas nobles, de corazon gigante, mezcla de inocencia y de vida dura, trabajando de sol a sol, para ganarse el pan. La gente de ese pueblo nos recibe con los brazos abiertos, mientras yo voy dejándome llevar por la magia de ese lugar, sin darme cuenta que caí bajo el embrujo de la laguna encantada que según Ivancito, un gauchito que ya mencione antes, me relata risueño y pícaro, que yo voy a volver al pueblo, porque quien atraviesa por aquel espejo de agua,que esta en la entrada, justito cerca del arco, cae bajo el hechizo de esta, e inevitablemente regresa a visitarlos una y otra vez. Ya lo creo que es cierto, yo se que un dia voy a volver.
  Ivancito, me habla de la leyenda de su pueblo, en una ronda improvisada, rodeados de su papa Luis, de su tio Lito y ante la atenta mirada de los que somos extranjeros en aquel lugar, mientras yo miro a Ruben que me oberva en silencio y me dice con la mirada que lo que cuenta Ivan es verdad, pues el volvió a Mantilla atrapado por la belleza de ese lugar. Chino me decía cuando hablábamos del pueblo de sus amigos ,que el cielo de esas tierras pareciera estar mas bajo, como si al estirar la mano , lo pudieras tocar, y yo cuando miro sus estrellas es que caigo en la cuenta de la historia que me llevo a sus calles, y recuerdo unas palabras que vienen a mi mente una y otra vez “ es tan claro ese cielo de Mantilla”.
  Yo suelo renovar un pacto con Soledad cada vez que voy a verla cantar, pero esta vez siento la necesidad de saber si aquello que me imagine tantas veces es verdad. Por eso, mientras los demás en un fogón improvisado siguen charlando, y sin que yo diga nada, Ruben me toma de la mano y me dice “vamos a dar una vuelta por el pueblo” , adivinando esa inquietud mía que me daba vueltas sin parar.  Por cierto, me olvide de contarles que mi gaucho, como le digo yo, suele presentir mis estados de ánimo sin que yo tenga necesidad de hablar, es algo que no me cuenta como hace, a pesar de mi insistencia tantas veces, y que responde con una sonrisa nostálgica que algún día me va a contar. Es por eso que hoy también aparece en mis lineas, y les dejo asomar apenas un bosquejo de una historia de amor de esas de antes ,que Dios me regalo la posibilidad de vivir, un amor sano y del bueno que un día quizás me anime a contar y que aun no escribe por suerte su final.
  Como era de esperarse en mi vida de gitana inquieta, una visita guiada a la estación de Leandro F. Mantilla, y la idea de volver sobre los pasos del chamame para ver si era verdad, no podia ser a otra hora que tipo once de la noche cuando ya no quedaba un alma a quien despertar. El trayecto de ida a mi destino me fue guiando, con la musica de mi gringa de Santa Fe, que al azar entonaba baladas romanticas, como si hubiese podido adivinar; entonces la llegada a la estacion de aquel pueblito, donde una vez hace mucho tiempo una guaina desando los pasos de su padre, y llego sin preguntar a nadie a la casa de sus tías, de las cuales había oido hablar tantas veces, en los recuerdos de su papa, que añoraba tanto su pueblito y le pedia a su hija que viajara y le trajera un poquito de tierra de Mantilla se transformo en realidad.
  Me pare en la estación de aquel lugar, y mientras repetía en voz alta, para que Ruben también supiera lo que yo quería encontrar,los versos del chamame que me habían llevado tantas veces a ese lugar, de la mano de esta gringa que yo quiero tanto y que se llama simplemente Soledad. Entonces todo se volvió tan real, delante mio , justo en la cortada, al lado del enorme almacen que una vez supo dar a la esquina, había una casita que a pesar de que era de noche se asomaba diferente a las otras, y supe que la historia que me habían contado era tal cual, por un instante cerre mis ojos y me pude transportar a ese día, pude sentir lo que sintió la protagonista de ese cuento, y lo que sintió su papa, creanme chamigos que por un instante  pequeño logre transportarme en el tiempo atrapada en la magia de aquel pedazo de tierra, que permanece intacta, ajena al paso de los años, dispuesta a cobrar vida cada vez que alguien decida volver sobre los pasos de una jovencita, que llego al pueblo sin preguntar nada, tan solo con las vivencias y los recuerdos de su papa, y se fundió en los brazos de su tía, bajo ese cielo infinito del que ella había oído tantas veces hablar.
 Pocas veces sentí una emoción tan linda como aquella noche, y es algo que cada vez que cierro los ojos, cuando los miedos me empiezan a asomar,recuerdo y sonrío sin poder evitarlo ,pues vuelvo a sentir lo mismo que sentí ese día, y que se transformo sin querer  en testigo de un pacto que hicimos Ruben y yo, y que un día , cuando lo haga realidad, prometo les voy a contar, porque los sueños están para cumplirse, y las promesas que se hacen bajo ese cielo de Mantilla, tienen ese no se que, que se vuelven posibles aun cuando parezcan imposibles.
   Hoy a la distancia se que no pude haber elegido mejor lugar, para sellar una historia de amor tan linda como la mía, no se si fue el destino, no se si fue la magia de la laguna encantada de allá, no lo se, solo se que ese viaje cambiaría mi vida de una vez por todas, y para bien, supe que lo que me contaba ese gauchito risueño era verdad, porque  realmente me enamore de aquel pueblito de ensueño y voy a volver a pisar sus calles.
  Me guardo un parrafo aparte para Luis y para Lito en mi historia, dos gauchos de ley que nos han abierto las puertas de su casa con una simpleza y una alegría genuina que pocas veces he visto, que nos hicieron sentir como en casa a pesar de que estábamos lejos de nuestro querido Mocoreta.
  La vuelta se nos hizo corta con Ale, y no seriamos nosotros si no nos hubiéramos equivocado de camino y no hubiéramos ido a parar casi cerca de Libres, pues el despiste mio, y ese temita que tengo con las curvas en la ruta cuando me toca manejar,sumado a esa costumbre de mi hermano de dejarse llevar por mis locas andanzas, hacen que nuestros viajes siempre tengan una anécdota de esas para contar.
No se me el final de este cuento con Ruben, solo se que aun quedan mil paginas por rellenar, lo unico que tengo seguro es que esta vida es hermosa y vale la pena vivirla como si fuera el final, y si lo vivís con tu gente es mejor aun, también tengo la certeza de que voy a volver a visitar Mantilla, y que me gane dos amigos pa toda la vida de esos que a mi me gusta tanto disfrutar. Les deseo a todos una historia de amor como la que yo viví, vivo y quiero seguir viviendo con Ruben, como verán no solo me sale contar historias ajenas, sino que yo también a veces dejo asomar parte de esa fortaleza mía que guardo celosamente y que me hace invencible.
   Los veo pronto, me despido con ese chamame que cante tantas veces, y que hoy me hace emocionar el doble, pues se que es real, no dejen de visitar Mantilla, les aseguro que no se van a arrepentir.
                               Hasta la proxima chamigo!
                                                            BETTY MOCORETA CORRIENTES

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