Buenas y santas
saluda un paisano por acá, que esta vez hace un alto en su tranquila caminata
frente a casa y me saluda inclinando el sombrero en clara señal de que me ha
visto . Por estas épocas a la distancia un gesto es mas que suficiente para
saber que el otro esta ahí, como siempre.
Me quede con
ganas de escribirles en mi historia anterior, e hice lo mismo que suele hacer Soledad
cada vez que menciona al pasar algun personaje en sus canciones como por
ejemplo cuando nombra a Doña Dominga en el tema “Del norte Cordobes”. Le
dedique unas pequeñas líneas a un viejo sueño que pude cumplir antes que surja
esta locura que nos tiene a todos en nuestras casas sin poder salir : pude
conocer y disfrutar del cielo y la magia de Mantilla.
Entonces
el tema que suena de fondo y musicaliza mis líneas, comienza como ya sabrán con
una gringa que empieza recitando muy sentida y dice: “Se bajo en la estación de
aquel pueblito…”mientras yo recuerdo la primera vez que la oí cantar ese tema
en la Fiesta Nacional del chamame a la que fui tantas veces, porque disfruto
como dice ella de rezar un chamame.
Desde
ese momento y cada vez que la escuchaba cantar decía para mis adentros, ¿sera
verdad lo que me cuenta la gringa cada vez que me habla de Mantilla?,entonces
gitana inquieta como soy decidí que lo averiguaría por mi misma, algun dia,
mientras anotaba en mi agenda de sueños por cumplir un viaje a aquel pueblito,
sin saber que me llegaría de la mano del hombre que hoy acompaña mis días y que
se gano un lugar en mi corazón; para los que me conocen y quieren saben que
Ruben , o el chino ocupa un lugar importante en mi vida y mi mundo, tan
especial como lo es nuestra historia de amor.
Recuerdo haberle contado al pasar la
historia del chamame cuando en casa sonaba Soledad y el, al escucharlo, me
contaba que tenia amigos allí que un día quería volver a visitar. Entonces le
dije mitad en serio mitad en broma que yo lo iba a llevar, y le hable de ese sueño
que yo tenia en el tintero y que un día haría realidad, entonces decidimos que
juntos haríamos el recorrido que rezaba Teresa en sus versos .
Así surgió el viaje a Pedro R. Fernandez, que
no me figuraba en ninguno de los gps posibles pues yo lo buscaba por el nombre erróneo, pero aventura a la que tuve el impulso de hacer realidad igual, porque
lo sentí así nomas.
Con mi compañero de andanzas que ya arrastre
a Cosquin ,intentando mostrarle que era, esa locura que me llevaba a ver a
Soledad una y mil veces , empezamos a planear el viaje a ese pueblito que yo
soñaba con pisar. Así empezaba una aventura linda con Ale, mi hermano que me
dijo si al instante ,cuando le conté que había que viajar a llevar a Ruben a
Mantilla a laburar.
Mate en mano, con la voz de Soledad que viajaría conmigo una vez mas, a traves de su música, y después de cientos de
consejos y guías de amigos , arrancamos viaje, medio aturdidos de tanta información, pero con la ilusión a cuestas de que íbamos a llegar.
Las rutas correntinas, tienen ese no se que,
que cuando las recorres, vas inflando el pecho mientras suena un chamame, y te
vas llenando de orgullo de pertenecer a aquel lugar; tampoco eso se explicarlo
chamigo, solo lo intento expresar.
Quien viaja para aquellos lados sabe que la
parada obligada es en los pagos de mi
amiga Romy, que también colaboro como guía, en su Mercedes natal, a saludar al
gaucho, para que nos bendiga y nos cubra con su bondad, así que luego de rezar y
prender una vela por los nuestros, seguimos camino, ya sin conocer el lugar.
Pacho, un ángel de la guarda, que me llego de
la mano de Romy, me repitió tantas veces, pasas el Rio Corrientes chamiga, después el batel y mas adelante te vas a encontrar con una “T” y vas a tener
que girar, eso, mas las 1000 y una consultas que hice, sumados al recuerdo de Chino que se sabia el camino
por partes, nos llevo a un Arco de entrada con un cartel enorme que decia
bienvenidos a “Pedro R. Fernandez”. Por fin habíamos llegado a nuestro destino,
y al ingresar a la ultima ruta que nos llevaría al pueblo, sentí un cosquilleo
en el pecho , que mas tarde sabría a través de la mano de Ivan, un gauchito de
la zona, que significaba aquel sentimiento que no sabia identificar.
Mantilla tiene un camping de ensueño que vale
la pena visitar, y que me mostró uno de los atardeceres mas lindos que pocas
veces he visto y que me recuerdan a los que me regala el paisaje de mi lugar en
el mundo: Mi Mocoreta. Pero no era eso lo que me llamaba la atención de aquel
lugar, sino aquello detrás de lo que yo había ido a buscar: la esencia del
chamame que le oí cantar a Soledad tantas veces y que me hacia emocionar todas
las veces que lo escuchaba.
Dejenme decirles chamigo, que es bien cierta
la historia de aquel lugar, que es un pueblito en el que las casitas, estan en
hilera debajo de los arboles, que atardecen grisaseas y cansinas, y que son
todas parecidas, tal cual contara Teresa en sus versos.
Su gente, es sin lugar a dudas, digna de su
terruño,personas nobles, de corazon gigante, mezcla de inocencia y de vida
dura, trabajando de sol a sol, para ganarse el pan. La gente de ese pueblo nos
recibe con los brazos abiertos, mientras yo voy dejándome llevar por la magia
de ese lugar, sin darme cuenta que caí bajo el embrujo de la laguna encantada
que según Ivancito, un gauchito que ya mencione antes, me relata risueño y pícaro, que yo voy a volver al pueblo, porque quien atraviesa por aquel espejo
de agua,que esta en la entrada, justito cerca del arco, cae bajo el hechizo de
esta, e inevitablemente regresa a visitarlos una y otra vez. Ya lo creo que es
cierto, yo se que un dia voy a volver.
Ivancito, me habla de la leyenda de su
pueblo, en una ronda improvisada, rodeados de su papa Luis, de su tio Lito y
ante la atenta mirada de los que somos extranjeros en aquel lugar, mientras yo
miro a Ruben que me oberva en silencio y me dice con la mirada que lo que
cuenta Ivan es verdad, pues el volvió a Mantilla atrapado por la belleza de ese
lugar. Chino me decía cuando hablábamos del pueblo de sus amigos ,que el cielo
de esas tierras pareciera estar mas bajo, como si al estirar la mano , lo
pudieras tocar, y yo cuando miro sus estrellas es que caigo en la cuenta de la
historia que me llevo a sus calles, y recuerdo unas palabras que vienen a mi
mente una y otra vez “ es tan claro ese cielo de Mantilla”.
Yo suelo renovar un pacto con Soledad cada
vez que voy a verla cantar, pero esta vez siento la necesidad de saber si aquello
que me imagine tantas veces es verdad. Por eso, mientras los demás en un fogón improvisado siguen charlando, y sin que yo diga nada, Ruben me toma de la mano
y me dice “vamos a dar una vuelta por el pueblo” , adivinando esa inquietud mía que me daba vueltas sin parar. Por
cierto, me olvide de contarles que mi gaucho, como le digo yo, suele presentir
mis estados de ánimo sin que yo tenga necesidad de hablar, es algo que no me
cuenta como hace, a pesar de mi insistencia tantas veces, y que responde con
una sonrisa nostálgica que algún día me va a contar. Es por eso que hoy también aparece en mis lineas, y les dejo asomar apenas un bosquejo de una historia de
amor de esas de antes ,que Dios me regalo la posibilidad de vivir, un amor sano
y del bueno que un día quizás me anime a contar y que aun no escribe por suerte
su final.
Como era de esperarse en mi vida de gitana
inquieta, una visita guiada a la estación de Leandro F. Mantilla, y la idea de
volver sobre los pasos del chamame para ver si era verdad, no podia ser a otra hora
que tipo once de la noche cuando ya no quedaba un alma a quien despertar. El trayecto
de ida a mi destino me fue guiando, con la musica de mi gringa de Santa Fe, que
al azar entonaba baladas romanticas, como si hubiese podido adivinar; entonces
la llegada a la estacion de aquel pueblito, donde una vez hace mucho tiempo una
guaina desando los pasos de su padre, y llego sin preguntar a nadie a la casa
de sus tías, de las cuales había oido hablar tantas veces, en los recuerdos de
su papa, que añoraba tanto su pueblito y le pedia a su hija que viajara y le
trajera un poquito de tierra de Mantilla se transformo en realidad.
Me pare en la estación de aquel lugar, y
mientras repetía en voz alta, para que Ruben también supiera lo que yo quería encontrar,los versos del chamame que me habían llevado tantas veces a ese
lugar, de la mano de esta gringa que yo quiero tanto y que se llama simplemente
Soledad. Entonces todo se volvió tan real, delante mio , justo en la cortada,
al lado del enorme almacen que una vez supo dar a la esquina, había una casita
que a pesar de que era de noche se asomaba diferente a las otras, y supe que la
historia que me habían contado era tal cual, por un instante cerre mis ojos y
me pude transportar a ese día, pude sentir lo que sintió la protagonista de ese
cuento, y lo que sintió su papa, creanme chamigos que por un instante pequeño logre transportarme en el tiempo
atrapada en la magia de aquel pedazo de tierra, que permanece intacta, ajena al
paso de los años, dispuesta a cobrar vida cada vez que alguien decida volver
sobre los pasos de una jovencita, que llego al pueblo sin preguntar nada, tan
solo con las vivencias y los recuerdos de su papa, y se fundió en los brazos de
su tía, bajo ese cielo infinito del que ella había oído tantas veces hablar.
Pocas veces sentí una emoción tan linda como
aquella noche, y es algo que cada vez que cierro los ojos, cuando los miedos me
empiezan a asomar,recuerdo y sonrío sin poder evitarlo ,pues vuelvo a sentir lo
mismo que sentí ese día, y que se transformo sin querer en testigo de un pacto que hicimos Ruben y yo,
y que un día , cuando lo haga realidad, prometo les voy a contar, porque los sueños están para cumplirse, y las promesas que se hacen bajo ese cielo de Mantilla,
tienen ese no se que, que se vuelven posibles aun cuando parezcan imposibles.
Hoy a la distancia se que no pude haber
elegido mejor lugar, para sellar una historia de amor tan linda como la mía, no
se si fue el destino, no se si fue la magia de la laguna encantada de allá, no
lo se, solo se que ese viaje cambiaría mi vida de una vez por todas, y para
bien, supe que lo que me contaba ese gauchito risueño era verdad, porque realmente me enamore de aquel pueblito de ensueño
y voy a volver a pisar sus calles.
Me guardo un parrafo aparte para Luis y para
Lito en mi historia, dos gauchos de ley que nos han abierto las puertas de su
casa con una simpleza y una alegría genuina que pocas veces he visto, que nos
hicieron sentir como en casa a pesar de que estábamos lejos de nuestro querido
Mocoreta.
La vuelta se nos hizo corta con Ale, y no seriamos
nosotros si no nos hubiéramos equivocado de camino y no hubiéramos ido a parar
casi cerca de Libres, pues el despiste mio, y ese temita que tengo con las
curvas en la ruta cuando me toca manejar,sumado a esa costumbre de mi hermano de
dejarse llevar por mis locas andanzas, hacen que nuestros viajes siempre tengan
una anécdota de esas para contar.
No se me el final
de este cuento con Ruben, solo se que aun quedan mil paginas por rellenar, lo
unico que tengo seguro es que esta vida es hermosa y vale la pena vivirla como
si fuera el final, y si lo vivís con tu gente es mejor aun, también tengo la
certeza de que voy a volver a visitar Mantilla, y que me gane dos amigos pa
toda la vida de esos que a mi me gusta tanto disfrutar. Les deseo a todos una
historia de amor como la que yo viví, vivo y quiero seguir viviendo con Ruben,
como verán no solo me sale contar historias ajenas, sino que yo también a veces
dejo asomar parte de esa fortaleza mía que guardo celosamente y que me hace
invencible.
Los
veo pronto, me despido con ese chamame que cante tantas veces, y que hoy me
hace emocionar el doble, pues se que es real, no dejen de visitar Mantilla, les
aseguro que no se van a arrepentir.
Hasta la proxima chamigo!
BETTY MOCORETA
CORRIENTES
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