Buenas y santas diría el paisano con el que
arranco mis historias y que me hacía sentir un poco sola porque no se acercaba
a saludarme, pero que le encontró la vueltita, a esta prohibición de acercarnos
por nuestro propio bien, mandándome superhéroes sin capa para charlar aunque
sea a la distancia; que sin querer y por una iniciativa que no iba a pensar que
funcionaria, resulto ser que hizo que se genere un lindo despelote de esos
lindos que tanto me gusta contarles.
Así llego a mí la historia de Laura, una piba
de mi pueblo con la que charle anoche por teléfono, justo después de que
termine su turno, pero que acepto encantada cuando le conté de esas ganas mías
un poco raras de decir gracias y aportar un granito de arena a esta causa. Mi
protagonista de hoy tiene una de las profesiones más lindas y que mejor que su
historia para poder homenajearla: Laurita es paramédico, con todo lo que eso
implica en estos tiempos, y es una profesión en mi caso nueva, ya que no había
oído mucho de ella, pero que me llego de la mano de mi hermana Perla, o de mi
amiga Romy de Mercedes que encontraron en ella su vocación de ayudar a los
demás. Entonces me preparo mis infaltables amargos, y arranco a escuchar a mi
compueblana que empieza su relato diciéndome que su vida empezó de nuevo a los
17 años después de un grave accidente automovilístico que sin duda alguna marco
un antes y un después en su destino. De repente en la charla aparece su abuela,
que menciona varias veces en su relato, gestora de grandes valores que supo
inculcarle, acerca de tener lo suyo, de luchar por sus ideales, de no rendirse
nunca y de seguir pase lo que pase. Laura es secretaria auxiliar contable, auxiliar
farmacéutica, catequista, tesorera del CAM, uno de los clubes de nuestro
pueblo, profe de tejido en una escuela para adultos, mama full time, y por si
fuera poco hoy paramédico. Y saben que es lo que tienen en común todas estas
profesiones por las cuales paso mi entrevistada: es que todas fueron Add
Honorem. Cuando la escucho decirme eso, cuando me habla de ese sentido y de
esas ganas de ayudar al otro sin esperar nada a cambio , por el solo hecho de
agradecer nomas una segunda oportunidad que le dio Dios de seguir por estos
lados , es que me detengo un segundo, y se me forma un lindo nudo en la
garganta mientras pienso para mis adentros sonriendo, esta piba sí que entendió
todo. Cuantos podrían imitarla, y en este pensamiento no va un palito para
nadie, sino más bien como decía mi abuelo “ a quien le quepa el poncho que se
lo ponga”. Porque para llegar donde llego, esta guainita como decimos aca en mis pagos, que muchas veces me cruzo
en las calles de mi lugar en el mundo y con la que cruzamos saludo y seguimos,
se preparó en cada una de las áreas que
se formó bancándoselas solita, con el apoyo de los suyos, que orgullosos como
cada uno de los que nos quieren siempre han sabido apoyarla. En medio de
nuestra charla surge muchas veces la palabra “señales de Dios”, que a medida
que va pasando el tiempo, cuando las fuerzas a veces amenazan con aflojarle,
por aquellas cosas que a todos nos pasan y nos hacen bajar la guardia, a ella
le sirven como empujón para saber que está en el lugar indicado, y que por más
que le digan que aun su carrera por ejemplo aún no tiene el reconocimiento que
debería, y siempre se habla a futuro de los paramédicos, ella sabe que es ahí
donde debe quedarse. Yo la escucho atentamente y mientras me habla me deja
escapar sus sentimientos, y un par de veces la noto quebrarse, me habla de sus
miedos, de todos los cuidados que toma al salir de casa y al volver, de su
frustración cuando su laburo no es del todo reconocido, a pesar de que ellos le
ponen el alma en cada guardia. Sin embargo ella sigue firme, segura, hablándome
desde la resiliencia de quien ha pasado trago amargos, pero que aun así
conserva intacta su vocación de ayudar al otro. Tengo muchas en común con
Laura, desde esa abuela que le inculco valores tan lindos, esos hermanos que yo
conozco y que son tan unidos como lo soy yo con los míos, pero me tengo que detener en Oscar “Tweety” para mí,
uno de ellos, que cada vez que me lo cruzo se ríe de ese apodo que le puse hace
años y que a pesar de haber pasado tanto tiempo cuando volvemos a charlar vía
face siempre nos hace reír como en esas épocas. Esto solo me pasa en mi pueblo,
y tiene que ver con el hecho de haber compartido parte de mi adolescencia con
muchos de los protagonistas de mis historias que seguramente y si logro que se
animen, voy a seguir contando. Pero hay una cosa que me emociona de forma
particular en mi protagonista y me conecta directamente con lo que yo soy:
Laura es una mina que va al frente, que se juega por lo que ama, que lucha sin
dar el brazo a torcer, pero que no abandona nunca sus sueños, y eso no se
compra con nada. Cuando le conté mi idea, acepto sin ponerme ninguna traba, y
nos pusimos mano a la obra, ella contándome su rutina diaria, mientras yo en mi
cabeza empezaba a ordenar las palabras que como siempre que me llega una
historia se empiezan a amontonar y se me quieren salir todas juntas. Entonces
repito el ritual que no me falla a la hora de contarlas: preparo mi mate
amargo, pongo al azar algún temita de esa Sole que yo amo tanto, sonando bajito
y que por un capricho del destino, siempre me lleva al lugar indicado, me
siento en el patio de mi casa, lugar que realmente hoy considero privilegiado y
me dejo llevar por ese duende festivalero que yo digo que me muestra las
palabras correctas.
Por
acá las cosas no cambian, yo voy a seguir cruzándome a Laura en el pueblo, nos
vamos a saludar como siempre, ella va a cumplir seguramente cada meta que se
proponga, y ese reconocimiento que anhela hoy en su profesión y que aún se le
hace esquivo, va a llegar antes de lo que se imagine, porque para quien pone el
alma entera en lo que hace, siempre hay una recompensa.
Ojalá les guste la historia de Laura, un
paramédico de mi lugar en el mundo, o de “Mi Mocoreta” como dice ella
orgullosa. En mi caso, cuando pensé en cómo
podía decir gracias a mi manera, no se me ocurrió otra cosa que hacerlo desde
algo que yo amo hacer y que me permite soltar palabras.
La yapita final que me guardo es cuando nos toca elegir las fotos para ilustrar mi escrito, ud. entenderá de que hablo señora, es que a las chicas a veces nos cuesta un poquito decidirnos en estas cuestiones, de puro vuelteras nomas.
GRACIAS LAURA POR
CUIDARME EN ESTOS TIEMPOS DIFÍCILES, POR SER SIN DUDAS HOY UN HÉROE SIN CAPA DE
ESOS QUE YO TAN ORGULLOSA ME SIENTO, PORQUE TODOS DEBEN SABER QUE DETRÁS DE
CADA UNO DE ELLOS, Y DEL ESFUERZO QUE HACEN DÍA A DÍA PARA PODER CUIDARNOS, HAY
PERSONAS SIMPLES, CON HISTORIAS COMO LAS TUYAS, LAS MÍAS Y QUE MERECEN SER
CONTADAS.
HASTA LA PRÓXIMA
HISTORIA
BETTY DE MOCORETA CORRIENTES!
No hay comentarios:
Publicar un comentario