domingo, 29 de marzo de 2020

EL DIARIO DE UNA GITANA EN SOLEDAD: HOY LA HISTORIA DE GUSTAVO, UN POETA DE MI PUEBLO.



  Buenas y santas dice el paisano que me saluda todas las mañanas, pero que esta vez a la distancia, como un presagio de lo que les traigo,  me dedica un verso que me alimenta el alma. Entonces ya me predispone de otra manera, mientras arranco con el primer mate que déjenme decirles cada vez me salen más ricos, y mientras de fondo suena bajito, la Sole que me acompaña con una "Zamba de amor en vuelo" que mientras la escucho y arranco mis líneas se me antoja muy lejana.
  Así arranco a contarles acerca del protagonista de mi cuento de hoy, y si me dejan detenerme en los detalles como cada vez que empiezo a relatarles, esta vez la que esta nerviosa soy yo , pues el dueño de mis palabras hoy, además de ser una eminencia en lo que hace, escribe unos versos tan bonitos, que "pa" que les voy a contar como decimos por mis pagos, y muchas veces sus libros me han hecho soñar sin miedo ni prisa sentada en el patio de mi casa, con el paisaje privilegiado que por suerte me toca pisar.
   Pero hoy no les vengo a hablar del poeta de mi pueblo como le digo cariñosamente a Gustavo Tisocco, para eso están a Dios gracias, muchos expertos; yo les traigo un pequeñísimo homenaje al Doctor Tisocco, neonatólogo del Hospital Santojjani y el Sanatorio San Lucas de San Isidro.

  Mocoretaense de pura  cepa, por acá lo conocemos como Gustavo, el hijo de Rosita y Negro, el hermano de la seño Mirta, del abogado Hernán, el sobrino del tordillo, como le dicen a mi papi y el primo, amigo o conocido de otros tantos.
   Gustavo se fue a los 17 años del pueblo que lo  vio nacer detrás de sus sueños, a Corrientes a estudiar medicina, y acá inevitablemente se me aparecen sus versos que tantas veces me han acompañado, porque recuerdo haber leído por ahí , de su primer mueble, de su almohada, un escrito que se los recomiendo, porque habla del esfuerzo de un pibe de pueblo, para lograr lo que tanto anhelaba, de las empanadas que Rosita hacía para vender y el laburo de  su papa negro para que su hijo estudie, para que pueda llegar a ser alguien. Entonces yo me permito emocionarme como me va a pasar tantas veces a lo largo de mi relato, porque a pesar de los años, a pesar de los incontables viajes por el mundo, o de los reconocimientos que logró gracias a sus libros o a su trabajo, Gustavo jamás perdió su esencia de pueblo, nunca se olvidó de sus orígenes, y repite a quien quiere oírlo, como una bandera orgullosa: que el es mocoretaense por donde quiera que vaya.
   Después de recibirse, se instaló en Buenos Aires, donde se especializo en pediatría, en el Hospital General de niños Pedro de  Elizalde, y de ahí realizó una subespecialidad en neonatología ,en la maternidad de Santa Rosa, que depende del Hospital de Vicente López, donde se recibió y se dedicó exclusivamente a los recién nacidos, a los bebes prematuros, que según me relata Gustavo suelen pesar apenas 400 o 500 grs. a veces y, gracias a los cuidados de médicos como él, de la tecnología que hay gracias a Dios en nuestro país, llegan a ser hombres y mujeres de bien. Lo noto cómodo mientras me habla del área donde trabaja a diario,  y me cuenta con esa sencillez que yo tanto admiro  en el pero que no me sorprende, que muchas veces le permite crear un vínculo también con las familias de sus pequeños pacientes, ya que a veces suelen estar internados 4 o 5 meses, razón por la cual el vínculo con la familia se hace inevitable y tan necesario.
   Para el doctor Gustavo Tisocco, esta pandemia que hoy nos asusta tanto y a la que le hacemos frente como podemos, aferrándonos además de los cuidados que nos piden, a Dios que nos protege y nos ayuda, no le es ajena, porque ya se ha topado a lo largo de los años que lleva al frente de su profesión con epidemias, y cosas bastante bravas. Sin embargo ahí una vez más estuvo intacta esa vocación que lleva en el alma, y que sumado a esos versos que tan bien le salen, hoy son parte de esas anécdotas que cuenta en su haber como superadas. Yo me pregunto qué significan para el su profesión y sus versos, y el me responde como si adivinara, que ambas profesiones le alimentan y curan el alma, mientras por capricho quizás del destino,  acá, el cielo que asoma a mi ventana se deja ver radiante y azul como los ojos del pibe de  mi lugar en el mundo que son idénticos a su papá.
  Por eso esta amenaza que hoy nos tiene tan preocupados para él no es ajena, la respeta, la combate desde su lugar, pero no deja que le gane la partida, si bien sabe que probablemente le va a tocar más de un caso, en mamas embarazadas o en bebes recién nacidos, tiene la seguridad de que a esta batalla, si nos cuidamos entre todos, y tomamos las medidas necesarias, si le hacemos caso a los héroes de turno como Gustavo que hoy tiene la inmensa tarea de  curarnos, a esta también la ganamos.
   Es muy difícil separar al médico del poeta, para contar este relato, pues de ambos tengo cosas lindísimas para decir y estaría horas sentada seguramente, pero hoy elijo detenerme en ese pibe de mi pueblo, que me deja como último mensaje antes de finalizar la charla, que los sueños nunca deben abandonarse, que las cosas con sacrificio siempre se alcanzan, que no debemos abandonar nunca nuestros orígenes, y que todo lo demás, simplemente, pasa.
   Yo personalmente y como yapita, me quedo con el Gustavo poeta de mi pueblo, y cada vez que tengo la posibilidad de leerlo, me transporto como en los cuentos de hadas a cada lugar que me lleva en sus versos, sin poder evitarlo, pero hoy más que nunca me pongo de pie y aplaudo con todas mis fuerzas al Doctor que vive en Buenos Aires, y que mientras yo me quedo en casa, sale a dar batalla por todos , día a día, con miedos, pero con esa vocación que no lo abandona aun a pesar de los años que lleva ejerciendo.
  Por acá Rosita lo espera como siempre, con esas empanadas que disfruta tanto cada vez que viene al pueblo, con la emoción con que lo recibe su papa negro, y sus hermanos que están tan orgullosos de su trabajo, mientras que yo me dejo llevar por los versos del poeta, y me olvido de toda esta locura un rato.
   Los veo en la próxima historia, de héroes sin capa que hoy les toca salir a cuidarnos. GRACIAS GUSTAVO POR ESE GRANITO DE ARENA, POR ESOS VERSOS, POR ALEGRARME EL ALMA TANTAS VECES, DIOS TE ILUMINE ESAS MANOS QUE TIENEN  LA POSIBILIDAD DE RECIBIR ESOS ANGELITOS QUE LLEGAN A NUESTRAS VIDAS A REVOLUCIONARLA, HASTA PRONTO POETA DE MI PUEBLO, CUIDATE GUS QUE POR ACÁ TAMBIEN VELAMOS POR VOS QUE TODOS LOS DIAS SALIS A HACER PATRIA!
                                          BETTY DE MOCORETÁ CORRIENTES
  

11 comentarios:

  1. Gracias Betina, gracias por el afecto y la emoción, Gus.

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  2. 👏👏👏Gracias Gustavo hermoso lo q entregas dia a dia felicitaciones😘😘

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  3. Excelente descripciòn de un ser tan maravilloso.

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  4. Hola Betty: qué hermoso lo qaue escribís sobre Gustavo, al que quiero mucho, por esa solidaridad que marca todos sus emprendimientos, por ser médico, poeta, y creador del Blog Mispoetascontemporaneos que ha traído la unión de tantos poetas. Todo lo que decís es muy merecido.
    Con cariño Irene Marks
    Yo también me quedo en casa!!!

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  5. huy que lindo Bety cuantas cosas lindas y tan reales ,de nuestro GUSTAVITO nada que agregar indudablemente es la mejor persona ,mil bendiciones para ese gran luchador,y tambien para vos que dios te siga iluminando la mente para describir tan bien todo lo que sentis.-

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  6. De las personas más auténticas y verdaderas que conocí en mi vida. Hermoso lo que escribiste Betty.

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  7. Qué lindos homenajes,sra Betina. Tuve ocasión de conocer a Gus y disfrutar su poesía,pero como persona me consta que admirable. Es ineludible quererlo

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  8. Extraordinaria tarea, que Gustavo ejerce con profesionalismo y poesíá!! Abrazo, Gus!!

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  9. A todos!!gracias!!como les dije..es muy facil pintar al poeta de mi pueblo,porque por aca nos conocemos todos de pequeños;y gustavo siempre fue igual;hombrecito de ojos transparentes tan parecidos a loa de su papa!es mi forma de decirle gracias!

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  10. Gracias Betty, hermosa nota. Un grande mi tío, lo quiero mucho.
    Mateo.

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