Buenas y santas saluda el paisano que los
recibe al comienzo de mis historias, y que suele anticipármelas a través de la
música que me regala.
Nobleza obliga, tengo que contarles cómo
llegan a mí todas ellas; en este caso, la que les traigo hoy viene de la mano
de mi amiga Daiana y de mi hermano Alexis que junto a mi vieja; una de mis
fuentes de información inagotable junto a papa; hacen de cómplices aportando
alguna anécdota. Por eso cuando me llegó la hora de hablar de Joel, me encontré
con que además de tenerlo presente cuando solía venir a jugar a casa con mis
hermanos de niños, seguía siendo el mismo pibe de esa época. Después de todo eso, es lo que en estos tiempos importa, y lo
que intento descubrir desde que empecé a escribir este blog, tratando de
mostrarles la esencia de cada protagonista, saber que hay detrás del uniforme
que portan.
Joel era vecino del barrio, por lo que era
normal verlo jugar con mis hermanos, cuando éramos todos más chicos; y es que
eso es lo bueno de los pueblos: acá nos
conocemos todos y no perdemos el contacto. Mi protagonista de hoy tiene una de
las profesiones que está en primera línea de batalla con esta pandemia que nos
aqueja a todos, junto a los profesionales de salud y otros tantos. Joel es POLICÍA de mi
lugar en el mundo.
Arranca su historia contándome de aquella
tarde, en que se encontraba, mate de por medio, charlando con su cuñada
Rosaura, y le comentan acerca de la posibilidad de incorporarse al ejército,
sueño que en esa época, era el de todos los pibes del barrio, por esos días,
soñar con vestir un uniforme era el deseo de muchos de acá en mis pagos.
Así que siguiendo la novedad, se fue a
Chajari, al Regimiento de Tanque 7, lleno de miedos, expectativas, nervios,
donde se inscribe, y recibe el llamado a la semana siguiente para realizar la
prueba física, que supero exitosamente. Tiempo después llegaría un examen más
riguroso en Curuzu Cuatia, y con él, sus primeros 4 meses de entrenamiento
intensivo. Joel es un pibe de hablar pausado, como quien mide sus palabras, y
ejemplo que deberíamos tomar varios, como yo, que ando por la vida soltando lo
que pienso sin filtro, y que me ha sabido ganar varios enemigos. Joel me habla
de esos días y pasa por todos los estados, me cuenta de momentos buenos
compartidos con sus compañeros de entonces; y de otros que no lo han sido
tanto; pero que le sirven para valorar hoy en día todo lo que ha logrado con
tanto esfuerzo.
Mi vieja dice de Joel: “es un pibe que todo
en su vida es a base de sacrificio y constancia”, entonces sus años en el Ejército son fruto justamente de
eso. Un 20 de Junio de 2006 juro la
bandera, y comienza una historia en el Ejercito que duro 6 años, y del que aún
conserva grandes amigos. Pibe laburante de pueblo, recuerda sus días de
remisero, después de salir del mismo; hasta que un conocido del pueblo, hoy colega suyo, y lo
invita a inscribirse a la policía de Corrientes. Con el tiempo justo y con la
suerte de que la Inscripción era para Interfuerzas; es decir que incorporaban
personal que venían de otras fuerzas como gendarmería, prefectura, por
mencionar algunos ejemplos, Joel viajo hacia la capital correntina a
presentarse al CEP (Centro de Entrenamiento policial).Lleno de miedos de nuevo,
pero con mucha fe, de esa que lo
acompaña en cada paso que da.
Allí permaneció por 9 meses lejos de su
familia, realizando un entrenamiento intelectual y físico, donde se pudo
formar. Su hijo, el gran motor de su vida y su familia fueron fundamentales
para Joel, ya que eran quienes le daban fuerzas para seguir. Hasta que un 29 de
Noviembre de 2013, sale el decreto que decía que se transformaba oficialmente
en policía de la provincia, y su primer destino fue justamente el lugar que lo
vio crecer: Mocoretá.
Mientras voy
pensando en el orgullo que habrá sentido por esos días en que llego a cumplir
sus funciones por acá, Joel me sorprende con su buena memoria, para las fechas,
las anécdotas y esa facilidad por no olvidar.
Entonces me habla de su primer procedimiento,
ese que lo supo marcar, pues le toco ver de cerca como un accidente trunco los
sueños de un pibe joven ; como él; que
días anteriores, le había consultado a Joel sobre los requisitos para ser
policía . Y es que esas cosas tiene el destino , y el trabajar en tu pueblo,
con la gente con la cual soles cruzarte a diario, ya que te podes topar con la
tristeza del final de alguien que conoces, o con la llegada al mundo de un bebe
como le paso a Joel en una de sus guardias, momento que recuerda con orgullo, y
que le valió un reconocimiento a nivel provincial, tanto él como sus
compañeros.
Cuando charlamos acerca de que datos poner o
que no en el proceso de su historia, me deja elegir a mí; y yo soy una
convencida que es necesario una mezcla de
lo bueno y lo malo de la profesión de Joel, porque ese es uno de los
objetivos de mis líneas, además de agradecer por cuidarnos. Que quizás si
conocemos algo más de la historia que hay detrás del uniforme, logremos
ponernos aunque sea un poquito en el lugar del otro y valorar su labor.
Después de todo, Daiana y Joel los policías,
Julieta la enfermera, por mencionar algunos de mis héroes sin capa, son
personas como vos, como yo, que en el momento que se calzan su uniforme dejan
detrás suyo familias, gente querida por la que pensar.
La familia que espera a Joel al volver de
cada guardia son María, su esposa y su hijo Alexander ; quienes al igual que Daiana con
los suyos, cada vez que se va a trabajar, quedan en casa preocupados, pero
orgullosos de la profesión de este pibe de mi pueblo, que hoy se desempeña como
chofer en su guardia, y cumple funciones también en los puestos sanitarios que
se instalaron en nuestra localidad.
Yo le pregunto por sus sueños pendientes, y
el me contesta que anhela terminar su carrera en la policía con la máxima
jerarquía a la que pueda llegar, y que cuando hablamos de cual es su escape los
días en que las guardias se vuelven difíciles y cuesta un poquito más. Joel me
dice: yo juego con mi guricito en casa y no pienso en nada más.
Me pregunto si es
difícil ser policía en mi pueblo , y Joel me dice que si, porque acá nos
conocemos todos, pero que es algo que aprendió a manejar.
Hoy, con el correr de los años, quienes lo
conocen saben que en el patrullero es el policía que nos cuida y se respeta
como tal, mientras que en casa, y de entrecasa, es el mismo pibe que jugaba con
mis hermanos en la canchita de casa; pero lo mas importante; es que ambos
,conviven perfectamente el uno con el otro sin ningún drama.
La yapita de esta historia, es la ver la
calidez con la que se sienta a charlar con mi vieja, cada vez que viene por
algún trámite a casa, como si no hubiese pasado el tiempo, como si aún fuera
ese pibe de aquel tiempo. Ahí justamente está el secreto creo yo; el que a
pesar del uniforme que tengas; y el cargo que portas, no te olvides de tus
orígenes, y conserves siempre tu esencia, esa de pueblo, la que importa por
acá.
Me despido hasta la próxima historia
chamigos mientras suena bajito un chamame de esos que entona la sole que tanto
quiero y que se llama “ principios”, y que habla justamente de todo esto.
GRACIAS JOEL POR CUIDARNOS, POR HACER PATRIA
DESDE TU LUGAR, HOY TU PROFESION COMO LA DE TANTOS OTROS SE TORNA IMPORTANTE Y
DIGNA DE VALORAR, PUES MIENTRAS NOSOTROS NOS QUEDAMOS EN CASA, VOS CON TUS
COMPAÑEROS FORMAN PARTE DE ESE GRUPO QUE LE TOCA PELEARLA, PERO LO HACEN SIN
DUDAR.
HASTA LA PRÓXIMA
HISTORIA CHAMIGO
BETTY DE MOCORETÁ CORRIENTES.
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