Buenas y santas diría el paisano, que saluda
a todos alegremente al comienzo de mis historias y que por estos días anda
entretenido por la cantidad de gente que anda por este blog, a pesar de que no
podemos vernos, ni compartir un mate de verdad, como solíamos hacer antes, y
como seguramente vamos a volver a hacer.
Las historias que suelo escribir me llegan
casi siempre en primera persona, lo que hace más fácil mi laburo, pues a través
de los gestos, de las voces, de las expresiones de mis entrevistados es que yo
suelo percibir eso que no dejan salir a través de las palabras, y que hacen que
mis relatos sean mas entretenidos. Y es
que ese es uno de los objetivos de mi blog, ya que trato de mostrar la esencia
de cada uno de los protagonistas que me visitan en mis líneas, porque ustedes
coincidirán conmigo que no hay nada más lindo que sentarse a descubrir esas
historias que se esconden detrás de un guardapolvo, un ambo, o en este caso un
uniforme de gendarme.
Esteban, definitivame nte es la excepción a todas
mis reglas, ya que es reacio a contar acerca de su vida, y me dio más trabajo
del habitual, así que el mérito grande de que lo hayamos logrado
definitivamente se lo lleva su hermana Alba, que me hizo las veces de cómplice
para que pueda contar la historia de ese hermano suyo, que por estos días le
toca salir a las calles, a cumplir su trabajo, y cuidar de todos nosotros, en
estas épocas difíciles que nos toca afrontar.
Por eso la profesión de Esteban, me parecía
que tenía que estar acá, no solo porque es un hijo de mi pueblo, sino que
también es un excelente profesional en lo suyo.
El gendarme de mi pueblo, es el sexto de los
siete hermanos, hijos de María Ramona Martinez y según cuenta la historia de
don Pedro Ruiz Díaz.
Realizó sus primeros pasos en la Escuela N°
644, “Justo José de Urquiza”, supo trabajar de joven, en lo que salía según
relata orgulloso, y cuenta en su haber el haber sido repartidor, vendedor de
revistas, peón en aserraderos y tantas cosas más de las que no reniega y
recuerda, pues le permitieron emigrar a Paraná en busca de un futuro.
Esteban sabe que a los sueños hay que
ayudarlos, es por eso que no se quedó quieto y empezó a buscar opciones. Luego
de haber zafado del servicio militar
probo suerte anotándose en prefectura y en la policía de la provincia,
siempre buscando esa oportunidad de salir adelante.
Antes de seguir su relato lejos de su pueblo,
Esteban detiene el tiempo de pronto, y con esa nostalgia de quien suele
recordar algo lindo, sonríe y me habla de la época en que trabajo limpiando la
casa de doña Rita Zandoná, lugar por el que cada vez que suele pasar cuando
anda por mis pagos, lo lleva inevitablemente a esos días.
Nadie es profeta en su tierra, dice Esteban,
y en esto me permito no estar de acuerdo, porque si hay alguien orgulloso de
sus hijos, es la gente de Mocoreta, pero si pensáramos todos iguales este mundo
loco al que todos estamos acostumbrados se nos tornaría aburridos, así que
bienvenida la posibilidad de pensar
distinto, y que eso no impida que nos podamos sentar a charlar, mate de por
medio, de los recuerdos de su lugar.
Volviendo
entonces a su relato me cuenta que ingreso a Gendarmeria el 21 de Octubre
de 1991, y que allí comenzó una travesía
por esa prestigiosa institución de la que hoy forma parte orgulloso. Estuvo 6
meses de curso en Barreal San Juan , desde allí le salió el pase al Escuadrón 4
de Chajari, Entre Ríos y de ahí el pase al Móvil 1 en Campo de Mayo.
Supo estar en
los cortes de ruta en Cutral Có, Neuquén, en el acuartelamiento de la policía en
Mendoza y luego se fue de pase a Neuquén capital, donde estuvo por 18 años. De
ahí lo trasladan a custodia de judíos en capital por el Atentado a la Amia y
tiempo después regreso a Campo de Mayo, hace 3 años, lugar donde se desempeña
por estos días.
Cuando le
pregunto que importancia tiene en su vida su profesión , me responde sin dudar
que cada vez que corre el tiempo se aferra más a su trabajo, y es en ese
momento en que me deja ver ese lado que todos muchas veces desconocemos de este
gendarme como el de tantos otros. Esteban habla de los sinsabores con los que
suele toparse en sus jornadas, del esfuerzo que realizan y los riesgos a los
que se exponen en tantas ocasiones cuando realizan operativos, o de esa visión
errónea y de prejuzgar la mayoría de las veces a quien porta un uniforme de
gendarme. Pero nuestro trabajo es así, dice mi protagonista y en el momento en
que te calzas el traje lo haces sabiendo los riesgos que implica dedicarse a
esto, es por eso que no hay que tener miedo, relata muy seguro, porque nuestro
destino está marcado y lo que tenemos destinado simplemente no lo podemos
evitar. Quizás por eso Esteban dice que antes de cada jornada él se encomienda
a Dios y su Gauchito Gil, y sale seguro
a la calle, a cumplir con su labor.
Papa
orgulloso de 3 hijos. Laura, Enzo Nicolás y Milagros Abril que son su debilidad, Esteban tiene como
hobby correr maratones, y cuando llega a esta parte y me cuenta que suele hacer
17 km. Trotando yo me canso solo de escucharlo hablar. Es sabido para quienes me
conocen que el deporte definitivamente no es mi pasatiempo favorito, por lo
tanto cuando alguien suele dedicarle tantas ganas, merece mi admiración, pero
nada mas.
Para los que vivimos acá, Esteban no es el gendarme, sino el amigo de
Chelo y Blanca, el hijo de María, el hermano orgulloso de Alba, o el pibito de
pueblo que si bien se fue hace muchos años, nunca se olvido del lugar que lo
vio nacer.
El gendarme de mi pueblo, anda por estos
días de visita en estos pagos, compañero incondicional de su mama, y se
reincorpora el Miércoles a sus funciones, justo en la época mas dura que nos toca transitar,
aquí me gana la preocupación de su hermana, que fue quien me inspiro a escribir
esta historia, pues charlando con ella, se de la preocupación que tiene de que
puedan estar a salvo, ya que les toca salir a pelearla, expuestos como tantos
otros que ejercen una profesión de esas que hoy cumplen la tarea de ser héroes
en cada uno de sus trincheras.
Su lugar en el mundo, siempre lo va a estar
esperando, aquí tiene a su gran amor; su mamá; por aca viven sus hermanas y
duermen intactos sus recuerdos de su niñez y adolescencia.
Es por eso que nunca olvida sus orígenes y
cada vez que tiene la posibilidad regresa donde los suyos, su tierra, su
Mocoreta.
EL
GRACIAS EN ESTEBAN SE HACE EXTENSIVO A TODOS SUS COMPAÑEROS, POR LA INMENSA
LABOR QUE REALIZAN A DIARIO, MUCHAS VECES SIN RECONOCIMIENTO, MUCHAS VECES CON
RIESGOS, PERO CON LA CONVICCION INTACTA DE QUE ESTAN CUMPLIENDO CON SU DEBER,
DE SERVIR A SU PATRIA.
HASTA LA
PRÓXIMA HISTORIA CHAMIGO
BETTY MOCORETA CORRIENTES
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