jueves, 2 de abril de 2020

EL DIARIO DE UNA GITANA EN SOLEDAD: HOY CARLOS, UN VETERANO DE MALVINAS DE MI MOCORETÁ


“ Es de noche y los salgo a buscar, mil estrellas me quieren contar, hace frío y aquí en soledad, hay mil almas que de guardia están”…
   El comienzo de mis líneas es diferente, pues definitivamente, es un día distinto. Debe ser porque la palabra que me viene dando vueltas por estos días y que yo uso para denominar  a los que nos cuidan a través de sus diferentes ocupaciones, hoy tiene un significado especial, ya que ellos forman parte de esa parte de nuestra historia, que cada vez que nos toca mirar atrás, duele, aun, como si hubiese sido ayer.
  Hoy se recuerda al veterano de Malvinas y a los caídos en aquella gesta que difícilmente vayamos a olvidar, porque es una obligación mantenerlos vivos, en nuestra memoria, y en la de todos los que vendrán, porque ellos dejaron sus vidas, por nosotros, allá en Malvina y Soledad.
  Lo demás es historia conocida, y año a año se repite el mismo ritual, se los recuerda en los actos, en los homenajes de  cada lugar, ellos son protagonistas de un día especial.
  Los veteranos de Malvinas que me rodean en mi lugar en el mundo, son motivo de orgullo para los que vivimos acá; por estos lados la patria se siente un poquito más, y no es que exista un termómetro para medir esa intensidad, es orgullo de correntino nomás.    Hay un dicho que dijo alguien  por ahí y que cada tanto suele aparecer, como alguna expresión de orgullo y dice algo así como “Si Argentina entra en guerra, no te preocupes chamigo, Corrientes te va a ayudar”, los que vivimos por estos lados solemos jugar a que es verdad.
   No suelo detenerme en los homenajes, me gusta más descubrir las historias, que me suelo encontrar por ahí, pero hoy pensando justamente en eso, recordé de pronto días pasados, cuando coincidí en un conocido lugar de pago, con Carlos , un veterano de acá, con el que tuve la suerte de trabajar en un proyecto junto a su hijo Rodrigo, y que hasta ese momento no había aceptado realizar ningún tipo de entrevistas, a pesar de las diferentes invitaciones que le hicieron a  lo largo de todos estos años; me paso algo increíble cuando de la nada,  porque así de repente, me dijo emocionado. “Me salió un viaje a Malvinas Betty, me voy a visitarlas una vez más, y se me eriza la piel de solo pensarlo”.
 Carlos no brindaba entrevistas, el llevaba su duelo , a su manera, rodeado de su familia y sus amigos desde que volvió de las Islas.
    Quiso la suerte esa vez que se hayan alineado los planetas, como diría un amigo mío, y sumado a que la idea que  me había traído Javier, un profesor copado de historia, apasionado en lo suyo; la complicidad de Rodri, como llamo yo a su hijo; y el cariño genuino que Carlos sentía por mi papá, inclinara la balanza, y me permitiera realizar uno de los trabajos más lindos que me toco hacer: CONTAR LA HISTORIA DE CARLOS, UN VETERANO DE MALVINAS DE MI LUGAR EN EL MUNDO.
  Lo que siguió fue una linda propuesta que pudimos hacer realidad, siguiendo un deseo suyo, de que existiera alguna parte de la escuela a la que asistía su hijo, y que llevara el nombre de “Veteranos de Mocoretá”, tarea que logramos llevar a cabo con el centro de estudiantes de esa institución. Ese día, en que se descubriría una placa en uno de los salones, a modo de homenaje a nuestros héroes, padre e hijo izaron la bandera juntos, y después de un sencillo acto, se procedió a descubrir la placa que aun hoy se conserva intacta en aquel lugar.
   Entonces, Carlos, un ratito antes de que llegara ese momento, se saca la campera que había llevado puesta, y debajo deja asomar orgulloso como quien lleva un uniforme sagrado, una remera con la inscripción de las Islas Malvinas, que lucio orgulloso para esa ocasión.
   Es allí, donde uno deja ver la esencia que lleva dentro, y que asoma sin que lo podamos evitar, porque  el papa de mi alumno por ese entonces, se muestra orgulloso de ser veterano de guerra, y se emociona hasta las lagrimas cada vez que le toca recordar.
  Pensaba en eso estos días, cuando me lo cruce y me contó que se iba a Malvinas, y me dejo ver esa alegría que tenia por ese viaje suyo. Los que estábamos en el conocido lugar de pago lo felicitamos y lo vi sonreír orgulloso una vez más. Yo sé que no es ni el diez por ciento del homenaje que deberían tener cada uno de esos pibes que fueron a pelear a Malvinas, pero ese pequeño gesto, y la alegría que me dio que decida compartir conmigo algo tan lindo como lo que iba a vivir, hizo que esa jornada, que había comenzado pésima, se transformara en un día diferente. Carlos en esa entrevista que le habíamos realizado años atrás me hablaba de “pequeños gestos” y yo entendí ese día de que hablaba.
    Tengo una historia que contar de otro veterano de mi pueblo, sugerencia de un lector que me regalo una de mis historias, y que tuvo palabras muy lindas que hoy vuelvo a agradecer , y es una deuda pendiente que ya voy a saldar. Hoy decidí resumir en Carlos y en un amigo Cordobes, Walter, con quien año a año renuevo  un abrazo malvinero como dice el siempre, mi homenaje a los caídos en Malvinas, mientras bajito suena la Sole que tanto amo, cantándome “ la carta perdida”, mientras el paisaje que me regala el patio de mi casa, se me antoja soñado, como todos los que tengo por aca.
                                             HASTA LA PRÓXIMA HISTORIA CHAMIGO
                                                        BETTY DE MOCORETÁ CORRIENTES


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