“ Es de noche y los salgo a buscar, mil estrellas me
quieren contar, hace frío y aquí en soledad, hay mil almas que de guardia están”…
El comienzo de
mis líneas es diferente, pues definitivamente, es un día distinto. Debe ser porque la
palabra que me viene dando vueltas por estos días y que yo uso para
denominar a los que nos cuidan a través de
sus diferentes ocupaciones, hoy tiene un significado especial, ya que ellos forman
parte de esa parte de nuestra historia, que cada vez que nos toca mirar atrás,
duele, aun, como si hubiese sido ayer.
Hoy se recuerda
al veterano de Malvinas y a los caídos en aquella gesta que difícilmente vayamos
a olvidar, porque es una obligación mantenerlos vivos, en nuestra memoria, y en
la de todos los que vendrán, porque ellos dejaron sus vidas, por nosotros, allá
en Malvina y Soledad.
Lo demás es
historia conocida, y año a año se repite el mismo ritual, se los recuerda en
los actos, en los homenajes de cada
lugar, ellos son protagonistas de un día especial.
Los veteranos de
Malvinas que me rodean en mi lugar en el mundo, son motivo de orgullo para los
que vivimos acá; por estos lados la patria se siente un poquito más, y no es
que exista un termómetro para medir esa intensidad, es orgullo de correntino
nomás. Hay un dicho que dijo alguien por ahí y que cada tanto suele aparecer, como
alguna expresión de orgullo y dice algo así como “Si Argentina entra en guerra,
no te preocupes chamigo, Corrientes te va a ayudar”, los que vivimos por estos
lados solemos jugar a que es verdad.
No suelo
detenerme en los homenajes, me gusta más descubrir las historias, que me suelo
encontrar por ahí, pero hoy pensando justamente en eso, recordé de pronto días
pasados, cuando coincidí en un conocido lugar de pago, con Carlos , un veterano
de acá, con el que tuve la suerte de trabajar en un proyecto junto a su hijo
Rodrigo, y que hasta ese momento no había aceptado realizar ningún tipo de
entrevistas, a pesar de las diferentes invitaciones que le hicieron a lo largo de todos estos años; me paso algo increíble
cuando de la nada, porque así de repente, me dijo emocionado. “Me salió un viaje a
Malvinas Betty, me voy a visitarlas una vez más, y se me eriza la piel
de solo pensarlo”.
Carlos no brindaba
entrevistas, el llevaba su duelo , a su manera, rodeado de su familia y sus
amigos desde que volvió de las Islas.
Quiso la suerte
esa vez que se hayan alineado los planetas, como diría un amigo mío, y
sumado a que la idea que me había traído
Javier, un profesor copado de historia, apasionado en lo suyo; la complicidad
de Rodri, como llamo yo a su hijo; y el cariño genuino que Carlos sentía por mi
papá, inclinara la balanza, y me permitiera realizar uno de los trabajos más
lindos que me toco hacer: CONTAR LA HISTORIA DE CARLOS, UN VETERANO DE MALVINAS
DE MI LUGAR EN EL MUNDO.
Lo que siguió fue
una linda propuesta que pudimos hacer realidad, siguiendo un deseo suyo, de que
existiera alguna parte de la escuela a la que asistía su hijo, y que llevara el
nombre de “Veteranos de Mocoretá”, tarea que logramos llevar a cabo con el
centro de estudiantes de esa institución. Ese día, en que se descubriría una
placa en uno de los salones, a modo de homenaje a nuestros héroes, padre e hijo
izaron la bandera juntos, y después de un sencillo acto, se procedió a
descubrir la placa que aun hoy se conserva intacta en aquel lugar.
Entonces, Carlos,
un ratito antes de que llegara ese momento, se saca la campera que había llevado
puesta, y debajo deja asomar orgulloso como quien lleva un uniforme sagrado,
una remera con la inscripción de las Islas Malvinas, que lucio orgulloso para
esa ocasión.
Es allí, donde
uno deja ver la esencia que lleva dentro, y que asoma sin que lo podamos evitar,
porque el papa de mi alumno por ese
entonces, se muestra orgulloso de ser veterano de guerra, y se emociona hasta
las lagrimas cada vez que le toca recordar.
Pensaba en eso
estos días, cuando me lo cruce y me contó que se iba a Malvinas, y me dejo ver
esa alegría que tenia por ese viaje suyo. Los que estábamos en el conocido
lugar de pago lo felicitamos y lo vi sonreír orgulloso una vez más. Yo sé que
no es ni el diez por ciento del homenaje que deberían tener cada uno de esos
pibes que fueron a pelear a Malvinas, pero ese pequeño gesto, y la alegría que
me dio que decida compartir conmigo algo tan lindo como lo que iba a vivir,
hizo que esa jornada, que había comenzado pésima, se transformara en un día
diferente. Carlos en esa entrevista que le habíamos realizado años atrás me
hablaba de “pequeños gestos” y yo entendí ese día de que hablaba.
Tengo una
historia que contar de otro veterano de mi pueblo, sugerencia de un
lector que me regalo una de mis historias, y que tuvo palabras muy lindas que
hoy vuelvo a agradecer , y es una deuda pendiente que ya voy a saldar. Hoy decidí
resumir en Carlos y en un amigo Cordobes, Walter, con quien año a año renuevo un abrazo malvinero como dice el siempre, mi
homenaje a los caídos en Malvinas, mientras bajito suena la Sole que tanto amo,
cantándome “ la carta perdida”, mientras el paisaje que me regala el patio de mi
casa, se me antoja soñado, como todos los que tengo por aca.
HASTA LA PRÓXIMA HISTORIA CHAMIGO
BETTY DE MOCORETÁ CORRIENTES
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