Buenas y santas
saluda el paisano que me acompaña por estos días cuando me siento a decir
gracias a través de mis historias. Y antes de presentarles la que les traigo
esta vez, me detengo un momento para agradecer, a los que han hecho girar y
girar mi blog, porque de esa manera lograron multiplicarse los gracias a cada
uno de los profesionales que hemos querido homenajear. Es muy lindo ver como la
gente cuando descubre a la persona que hay detrás de cada uniforme, se toma un
tiempito para dejarle su gracias. Créanme que cada palabra, es un mimito al
alma como me decía alguien ayer, y no es poco. Así fue como se fue creando una linda cadena de cosas lindas
compartidas y me fueron llevando a conocer otras historias como esta, que una
vez más viene de la mano de mi amiga Dai. Cuando ella me lo sugiere no me
sorprende; yo sé quién es mi amiga; pero es para destacar un gesto así, como el
de Julieta también por ejemplo que siempre me está sumando ideas, y de todos
aquellos que se suman día a día a esta loca y linda forma de agradecer.
Hoy les traigo
la historia de Eliana, la hermana de Daiana, que para mi sorpresa arranca por el 2004 como bombero, capacitándose en
cada curso que aparecía relacionado a la emergencia y que hoy por esas cosas
que tiene el destino preparado para nosotros ejerce la linda profesión de ser
ENFERMERA.
De 2005 a 2008
Eliana estudio enfermería en Concordia, y en el camino me cuenta todos los
contratiempos y malabares que hubo que hacer para combinar la casa, el estudio,
su vocación de bombero, su trabajo y su tarea más importante: ser la mamá de
Juan y Tomás.
Aquí ella se
emociona con el recuerdo del día en que rindió su última materia, y yo también;
porque aparecen dos cómplices incondicionales de su mamá, que ese día la
esperaron con un cartelito sin saber aún el resultado del exámen . Ellos ya
sabían que Eli lo iba a lograr. Es muy difícil separar la mamá de la
profesional ,dice la enfermera de mi pueblo que hoy trabaja y vive en Buenos
Aires, pero ella habla de calidad de tiempo y no de cantidad. Es por eso que se
las ingenia siempre para estar en los actos escolares de Juan y en los partidos
de fútbol de Tomás.
Su primer
trabajo fue en Casa Barbieri, como enfermera y administrativa, multiuso,
después en Termas en Chajarí, en la salita que funciona por acá, y luego en el
hospital también de Mocoretá.
Nadie es
profeta en su tierra dice Eli, y aunque yo me permito disentir con ese dicho,
entiendo que se adecua a cada uno según su experiencia. Ella recuerda con mucho
cariño su trabajo en Federación; lugar del que guarda incontables experiencias
y grandes amigos que todavía conserva. De allí vendría su traslado a Buenos
Aires, siguiendo y apoyando la carrera de Tomás, Y donde arrancó trabajando en
una residencia geriátrica, y donde tuvo que especializarse, pero a ella no le
importó. Si le preguntas que parte elige
de su profesión, Eli prefiere siempre estar en el inicio de la vida de
cada una de las personas, pero en ese trabajo descubrió una faceta en su
profesión que aun desconocía.
El hacer bien
las cosas la llevo a un nuevo trabajo, donde se desempeña como administrativa,
en una residencia geriátrica privada, pero esa vocación que la llevo a ser
enfermera y esa manera inquieta de ser le abrió las puertas del Sanatorio Güemes
donde también se desempeña trabajando de lo que más le gusta: la carrera para
la que se formó.
Es la primera de
las enfermeras que me toca entrevistar que está tratando en primera línea con
pacientes de COVID 19, ya que su sector de repente se transformó en sector
exclusivo para ese tipo de pandemia. Y ahí es donde yo tengo que detenerme y
volver a reprogramar mi forma de escribir; porque esta pandemia si algo nos está enseñando, es ver y valorar lo realmente
importante. Eliana me habla de Juan su hijo, que estudiaba en Córdoba, y que
cuando arrancó esto de la cuarentena y luego de consultarle acerca del lugar
más seguro para cuidarse, no lo dudó, le
dijo ándate a Mocoretá con tus abuelos. Tomás en cambio estaba con su mamá, y
cuando ella se encontró con que su piso se había declarado en exclusividad para
atención a pacientes de COVID 19, no tuvo dudas de nuevo; no había lugar más
seguro que ese lugar en el mundo que compartimos y se llama Mocoretá.
Yo le pregunto si
hay alguna anécdota que haya marcado su trabajo y me habla de un parto que le
tocó asistir, solita ella y su alma como decimos por acá, en la ruta mientras
iba de traslado en la ambulancia y como ese día la niña que habitaba en la
panza de su mamá decidió que era momento de venir a este mundo, no se anduvo
con vueltas y se adelantó, regalándole a Eli una de las experiencias más lindas
que guarda celosamente.
Alguna que otra
anécdota de algún traslado con alguien conocido, que inevitablemente hoy la
hace reír; porque en ese momento en que uno está asustado; es donde se aferra a
la fé y a quien sea necesario para poder salir adelante, y que hoy gracias a dios
es una anécdota para contar; pero en ese momento obligo a Eli a hacer uso de
esa frialdad y esa templanza que tiene para ejercer su profesión, ya que cuando
se trata de personas con las que compartís a diario, se torna difícil. Ya lo
creo que atender pacientes en Mocoretá no ha sido tarea fácil para ninguno de
los que les toca cuidarnos, ya que acá nos conocemos todos, y no ha de resultar
sencillo correrse del lugar de conocido o amigo para darle el lugar al
profesional de la salud a actuar de forma neutral.
Licenciada en
enfermería, y capacitada en autopsias con unos títulos y palabras que al igual
que cuando me habla mi amiga Romy son chino básico para mí, pero sé que son
importantes, Elí sueña con ejercer la docencia en Mocoretá a través de su profesión;
poder transmitir todo lo que aprendió, que de hecho ya lo hace en parte, en su
actual trabajo , ya que suele tratar con enfermeros que recién ingresan y los
capacita y los guía en sus primeros pasos.
Cuando le
preguntan porque no estudio para ser doctora, dice muy segura, “no soy doctora
porque me gusta ser enfermera”; porque esta profesión que ella eligió por pura
vocación va mas allá de atender y medicar, sino que a veces es un poquito más
simple y requiere de una calidad que solo la suelen tener los enfermeros.
Eliana dice que en cuestiones de salud es 50 % voluntad y ánimo del paciente y
el otro 50 restante medicina y creo que tiene razón. A veces la diferencia está
en los detalles y en las formas.
La historia de
Eliana me conmueve, porque desde que arranque este blog recibí todo tipo de
historias, que voy plasmando lentamente, pero hasta ahora no me había topado
con alguien que trabaje directamente con casos de COVID 19, lo que no hace
menos valiosas las demás historias sino al contrario; pero en este caso; como
el de esta enfermera de mi pueblo, que hoy trabaja lejos, se dejan ver dos
caras de una misma moneda y la valentía de quien en momentos difíciles como
estos; divide su corazón en dos partes; y elige enviar a sus hijos al lugarcito
que ella considera el más seguro del mundo, y con lo que coincido plenamente;
porque ya saben ustedes que no hay como el pueblo de uno para refugiar nuestros
tesoros mas sagrados; y por otro lado ponerse la capa de super héroe invisible
de la que yo hablo en mis historias y dejar sus miedos, sus inseguridades para
hacerle frente a ese desafío que hoy nos acecha a todos y no nos deja dormir tranquilos,
pues no sabemos de qué se trata, solo sabemos que daña sin distinción de clases
sociales ni razas.
Cuando me voy
despidiendo de ella, con un lindo nudo en la garganta, que no me deja hablar,
le propongo un desafío a Eliana; y es demostrarle que ese dicho que ella
sostiene y que mencione antes no es verdad. Ya que no hay gente más orgullosa
de sus hijos que mi lugar en el mundo, mi Mocoretá. Y les dejo una frase que hoy marca a la
enfermera de mi pueblo y habla de que aprendió a valorar su vida, cuando le
tocó tener en sus manos la vida de los demás, mientras suena bajito un tema de
la Sole que se llama “mi pueblo” al azar.
Requiere de
mucho valor hoy en día la profesión que elegiste, Eliana, pero por alguna razón
que desconocemos, y como dice Juli en su historia, creo que sin duda alguna, formas parte de ese grupo de elegidos para hacerle frente a este mal. No me
caben dudas de que a esta batalla, la
vamos a poder ganar. No tengas miedo chamiga, vos hacé patria nomás, acá en tu
lugarcito en el mundo, cuidamos de tus tesoros mas preciados, en tu nombre,
hasta que puedas regresar. En vos ,va el GRACIAS a todos aquellos profesionales,
que ya les toca dar pelea, para que en
los pueblos pequeños como el nuestro tengamos mas tiempo para prepararnos para
lo que vendrá.
GRACIAS ELI
POR ESA VALENTÍA DE TODOS LOS DÍAS, POR ESA VOCACIÓN TAN LINDA QUE ELEGISTE Y
QUE DISFRUTAS.
HASTA LA PRÓXIMA HISTORIA CHAMIGO
BETTY DE MOCORETÁ
CORRIENTES
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